Me gustan mucho los postres en formato individual. Me parecen muy cómodos al prepararse en raciones individuales y no tener que partirlos para servir y además suelen tener un presentación bonita y vistosa. Las tartas de queso en todas sus variedades son perfectas para preparar en formatos pequeños, como estos mini cheesecakes de chocolate blanco sin horno, unos ricos pastelitos de queso con chocolate blanco que no necesitan horno. Se preparan dentro de un molde de magdalenas y además de ser una preciosidad con su forma de tartitas en miniatura son una auténtica delicia, con la clásica base de galleta y una crema de queso suave y esponjosa con sabor a chocolate blanco. ¡¡Riquísimos!!
Los cheesecakes tamaño mini se preparan en un bandeja de magdalenas, poniendo dentro de cada hueco un cápsula de papel de magdalenas. Después de reposar varias horas en la nevera, cuando los pastelitos han cogido consistencia se pueden sacar los moldecitos de la bandeja, con cuidado de no deformarlos, porque son blanditos.
Es un formato comodísimo, solo tiene ventajas. Los huecos de las bandejas normales de 12 magdalenas tienen un tamaño perfecto para una tartita de ración y con la bandeja es superómodo moverlos de la encimera a la nevera.
El empleo de las cápsulas de magdalenas hace que se desmolden fácilmente, simplemente tirando de los bordes o metiendo por el lateral un cuchillo de punta roma, con un poquito de cuidado para no romperlos. También protege las tartitas, permitiendo que se puedan almacenar fácilmente en un tupper sin que se peguen unas a otras. También permite transportarlos fácilmente, lo que los convierte en un postre ideal para llevarlos a una comida fuera de nuestra casa. Son formatos muy versátiles para comer, servidas en plato y con una cucharilla son un postre muy fino, pero también son muy cómodos para comer con las manos, simplemente a mordiscos.
¿Cómo los servimos, con cápsula de magdalena o sin ella?
Los mini-cheesecakes se pueden servir con la cápsula de papel de magdalena o podemos retirarlas antes de servirlos.
La verdad es que quedan bien de las dos formas. Servidos sin la cápsula, puestos en un platito de postre, tienen un aspecto muy elegante, con su forma de tartitas de queso en miniatura y todo el lateral acanalado. Con el papel tienen un aspecto un poquito más informal, pero también tienen muy buena presentación y además tienen un puntito de sorpresa que se desvela al pelarlos que también queda muy bien. Si la ocasión es muy formal me gusta retirar el papel antes de servirlos, hay que hacerlo con un poco de delicadeza para que no se rompan, pero si han estado varias horas en la nevera se retira con facilidad. Pero si la ocasión no es muy formal prefiero servirlos con el papel y dejo que cada uno "pele" el suyo en la mesa.
Los minicheescakes de chocolate blanco tienen la estructura habitual de todas las tartas de queso: una base de galleta, el relleno de queso y una cobertura.
La base se prepara con galletas trituradas y mantequilla fundida que dará consistencia a la masa al enfriarse. Se emplean galletas sencillas, van muy bien las de tipo Digestive o galletas similares a las María del desayuno. También es habitual emplear crackers, aunque yo reconozco que prefiero las galletas. Las galletas se trituran y se mezclan con mantequilla fundida antes de extenderlas sobre la base de los huecos del molde y apretarlas para que queden bien compactas. Al enfriarse la mantequilla la base se vuelve más resistente, casi como si tuviéramos de nuevo una galleta de mantequilla que se deshace en la boca.
Para triturar las galletas lo más rápido es emplear un robot de cocina, que las convertirá en polvo de galleta fino en unos segundos. Si no disponemos un robot de cocina lo más cómodo es poner las galletas dentro de una bolsa de congelación, cerrarla bien y aplastarlas pasando repetidamente el rodillo o ayudándonos de una lata de conserva grande. La bolsa resulta muy limpia porque evita que salten las galletas al machacarlas.
El relleno de estos mini-cheescakes es el típico de las tartas de queso sin horno: queso crema, azúcar, nata montada para darle volumen y, como añadido especial, chocolate blanco fundido. Es un relleno rico, cremoso y con mucho sabor a chocolate blanco. El rico sabor a chocolate blanco suele sorprender al primer mordisco cuando no sabes que llevan chocolate, por el color parece una tarta de queso convencional. Es aconsejable que el queso crema esté a temperatura ambiente antes de preparar el relleno. Si está muy frío el chocolate fundido se enfriará muy rápido al añadirlo a la crema y no se mezcla bien.
En las tartas de queso sin horno es muy habitual añadir un poco de gelatina neutra al relleno. Al enfriarse la gelatina da consistencia al relleno y evita que pierda volumen y presencia al bajarse la nata montada. Puede prescindirse de la gelatina, pero a mi me gusta añadirla. Se trata de poner una cantidad moderada de gelatina, de modo que se mantenga la textura pero tampoco se perciba esa textura más densa de las cremas con mucha gelatina, que es rica en una panna cotta pero no es lo que buscamos en una tarta de queso. Yo uso siempre gelatina en láminas. En esta receta se emplean 3 láminas, que suele equivaler a medio sobre de gelatina en polvo para los que os guste esta modalidad. Una vez hidratadas las láminas de gelatina se disuelven en un poco de leche caliente (un par de cucharadas) antes de añadirlo a la crema de queso. Serán necesarias al menos 3 horas en la nevera para que el relleno adquiera consistencia, aunque yo recomendaría dejarlas toda la noche. Si no ponemos la gelatina se suprime también la leche.
Por último los mini-cheesecakes están cubiertos con una capa de mermelada, que aporta color y sabor. Me gusta emplear mermeladas de colores fuertes, como las de frambuesa, fresa o arándanos, porque queda muy vistoso, pero no es imprescindible, pueden usarse perfectamente mermeladas con colores más apagados. Es una cobertura muy sencilla, simplemente batimos un poco la mermelada con el tenedor hasta que sea fácil de extender (se pueden añadir un par de cucharadas de agua) y se extiende sobre los pastelitos. La extenderemos después del reposo en la nevera.
Si buscáis otras alternativas para la cobertura puede emplearse también la cobertura de esta tarta de queso, también con mermelada, pero espesada al fuego con maicena, y la típica cobertura de gelatina que emplea esta tarta de queso sin horno, aunque para estos mini-cheesecakes esta opción me gusta menos porque la gelatina se pegará al molde de la magdalena y costará sacarla sin que se rompa.
Con las cantidades de la receta salen 12 minicheescakes y quedan completamente llenos los huecos de una bandeja de 12 magdalenas de tamaño normal.
- 12 mini cheesecakes.
- 125 gramos de galletas (tipo María o Digestive).
- 60 gramos de mantequilla.
- 325 gramos de queso crema (estilo Philadelphia).
- 75 gramos de azúcar.
- 125 ml. de nata para montar.
- 2 cucharadas de leche (opcional).
- 3 hojas de gelatina (opcional).
- 150 gramos de chocolate blanco.
- Mermelada de frambuesa.
En primer lugar vamos a triturar las galletas para preparar la base.
Si tenemos un robot de cocina es comodísimo para triturar las galletas. Las deja completamente pulverizadas en un momento.
Si no disponemos de uno yo recomendaría ponerlas en una bolsa de congelación bien cerrada y triturarlas pasando por encima repetidas veces un rodillo (vale perfectamente una botella de cristal o una lata de conserva grande, mejor si pesa) hasta que estén completamente trituradas. Se pueden triturar también poniéndolas en un bol, pero la bolsa evita que salten y acabemos con trocitos de galleta por toda la encimera.
Fundir la mantequilla en el microondas a media potencia o en un cacito a fuego suave.
Verter la mantequilla fundida sobre las galletas trituradas y mezclar bien. Si hemos usado el robot se mezcla muy bien poniéndolo otra vez en funcionamiento unos segundos.
Poner una cápsula de papel de hacer magdalenas en cada hueco de de la bandeja de magdalenas.
Repartir las galletas molidas entre los 12 huecos.
Aplastar bien la galleta triturada hasta obtener una capa de grosor uniforme bastante compacta. Se hace muy bien empleando para presionar la base de un vaso que sea un poco más estrecho que los huecos del molde.
Poner la bandeja en la nevera mientras preparamos la crema de queso. Con el frio la mantequilla se endurecerá y la base se vuelve más compacta.
A continuación vamos a preparar la crema de queso.
Poner en un bol el queso crema y el azúcar. El queso crema es aconsejable que esté a temperatura ambiente, si está recién sacado de la nevera además de que se bate peor nos va a dificultar mezclarlo con el chocolate fundido, porque al entrar en contacto con el queso frío se endurecerá demasiado rápido.
Batir el queso con ayuda de unas varilla (mejor eléctricas) hasta que esté esponjoso.
Si usamos gelatina ponerla a hidratar en agua fría de modo que la cubra completamente. El tiempo necesario depende de la marca (consultar el envase), pero suele estar alrededor de 5 minutos.
Calentar la leche.
Escurrir la gelatina estrujándola con el puño y añadirla a la leche caliente.
Remover hasta que se disuelva completamente.
Añadir al bol con el queso y batir hasta que esté completamente bien mezclado.
Trocear el chocolate blanco y ponerlo en un bol.
Fundirlo al baño María o en el microondas a media potencia, programando tiempos cortos hasta que esté casi fundido. Cuando solo quede algún trocito se terminará de fundir al mezclar bien con una espátula.
Añadir el chocolate fundido al queso y batir hasta que esté completamente integrado.
Poner la nata en otro bol. Para montarla bien la nata debe estar muy fría.
Batir con unas varillas hasta que esté montada.
Añadir la nata al primer bol y mezclar con cuidado para que no se baje.
Sacar la bandeja con las bases de la nevera.
Repartir la crema de queso en los 12 huecos. Con los moldes normales de magdalenas quedan llenos casi hasta arriba.
Alisar la superficie de cada pastelito.
Poner de nuevo el molde en la nevera.
Necesitarán al menos 3 horas, aunque cuando llevan gelatina yo prefiero dejarlos toda la noche en la nevera.
Para añadir la capa de mermelada poner la mermelada en un bol y batirla bien.
Cubrir cada minicheescake con mermelada.
Para servir sacar con cuidado los cheesecakes del molde de magdalenas. Se puede meter un cuchillo de punta roma o una espátula pequeña por el lateral para ayudarnos, pero con cuidado porque son muy blanditos y se deforman fácilmente.
Para servirlo podemos optar por retirar los papelillos de magdalena o dejar que cada uno retire el suyo.
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