Entre las numerosas variantes de tarta de queso existentes sin duda la tarta de queso sin horno es la modalidad más sencilla que podemos encontrar. Es rápida y fácil de preparar y es perfecta para la temporada veraniega en la que el calor no invita precisamente a emplear el horno. Es una tarta deliciosa y muy alegre gracias a su gruesa cobertura de mermelada de fresa. La consistencia no es exactamente igual a la de la tarta de queso horneada, en mi opinión es un pelín menos cremosa, pero la sencillez de su preparación compensa ampliamente esta pequeña diferencia.
Para prepara la tarta de queso sin horno se emplea un molde desmontable para poder desmoldarla con facilidad. Las cantidades de la receta son perfecta para un molde de 20 o 22 cm. El de las fotos es de 20 centímetros.
La preparación tiene 3 componentes separados: la base de galleta, el relleno de crema de queso y la cobertura.
Base de galleta
Las tartas de queso normalmente se preparan con una base de galleta triturada, que también se suele usar para la mayoría de las tartas sin horno. Es la base más sencilla que puede existir: galleta triturada, mantequilla fundida y nevera para que el frío endurezca de nuevo la mantequilla y la base adquiera consistencia.
Para preparar la base se emplean galletas sencillas, de tipo María o digestive. En las recetas americanas suelen usar Graham Crackers.
Normalmente se cubre sólo la base del molde (las cantidades de la receta son para este caso), aunque en muchas recetas americanas se cubren con galleta también los laterales del molde. Yo no lo he probado nunca, me da la sensación de que tiene que ser complicado desmoldarlo sin que se desmorone y personalmente me parece demasiada galleta en cada porción.
Para mí el único inconveniente de la base de galletas es que nunca me atrevo a levantar la tarta de la base del molde. Me da la sensación de que la base es muy frágil para sostener el peso de la tarta en el traslado (aunque yo creo que eso es manía mía, ya que queda muy consistente), así que lo soluciono poniendo la tarta en el plato de servir con base y todo. Normalmente forro la base con papel de horno, así la protejo al cortar la tarta directamente sobre ella.
Relleno de crema de queso
El relleno de la tarta de queso sin horno es también muy simple: azúcar y queso crema batidos a los que se añade nata montada para hacerlo más cremoso y esponjoso.
Se puede preparar el relleno simplemente con estos con estos tres ingredientes, pero para hacer más consistente la mezcla y evitar que la nata montada se baje y la tarta pierda presencia se suele añadir gelatina neutra. Yo añado un poco de leche para disolver la gelatina.
Respecto a la gelatina yo uso siempre gelatina neutra en láminas (suelo usar la de Dr. Oetker) y es lo que se indica en la receta, pero puede sustituirse por gelatina en polvo si os gusta más. Normalmente un sobre de gelatina neutra en polvo equivale a 6 láminas, por lo que para el relleno se emplearía un sobre completo, aunque siempre es conveniente consultar las indicaciones del envase. Al igual que en el caso de la gelatina en láminas se empleará la leche para disolverla antes de incorporarla a la crema, siguiendo las instrucciones de uso del envase.
Cobertura de mermelada
La tarta de queso son horno se puede servir sin ningún tipo de decoración, aunque lo más habitual es cubrir la tarta con mermeladas o gelatina que añaden colorido al pálido relleno. Tenemos varias posibilidades para decorar la tarta.
- Cobertura de mermelada
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La cobertura de mermelada de fresas es una de las más clásicas para las tartas de queso y es la que he empleado en esta ocasión. La mermelada se combina con gelatina, de modo que solidifica al enfriarse formando una gruesa capa sobre la tarta que aporta color y sabor. Puede sustituirse la mermelada de fresa por cualquier otra que nos guste. En mi opinión es mejor emplear una lisa, que no tenga tropezones, pero eso va en gustos.
En la tarta de queso clásica se emplea otra cobertura de mermelada más sencilla que también queda muy bien.
- Gelatina de sabores
- Se puede cubrir la tarta de queso con una capa de gelatina de sabores, tal y como se hace en esta tarta de limón sin horno. Queda perfecta y con un color muy brillante, traslúcido, casi como si fuera un cristal con color, aunque para mi gusto de sabor queda más rica la cobertura preparada con mermelada.
- Fruta fresca
- La fruta fresca cortada es otra buena opción para decorar la tarta. Empleando frutas con colores fuertes (fresas en temporada, kiwi, etc.) y ordenándolas con un poco de gracia sobre la tarta queda una decoración muy elegante. Si no se decora justo en el momento de servir puede ser buena idea cubrir la fruta con brillo para tartas para que no pierda presencia, tal y como se muestra en esta tarta tarta de fresas con crema pastelera.
- Sin cobertura
- Aunque habitualmente se añade cobertura, no es imprescindible, la tarta puede presentarse sin ningún tipo de decoración, dando total protagonismo a la crema de queso. Únicamente tendremos que procurar que la superficie de la tarta quede lo más lisa y uniforma posible, una precaución que puede obviarse cuando se añade una gruesa capa de cobertura.
La tarta de queso sin horno es muy rápida de preparar. En total requiere menos de una hora de trabajo. Eso sí, debemos tener en cuenta que necesitará varias horas de nevera para que la gelatina de la tarta y la cobertura cuajen totalmente. Son necesarias como mínimo 3 horas de reposo, aunque yo prefiero prepararla de un día para otro y dejarla toda la noche en la nevera.
- 8-10 porciones (un molde de 20 cm.).
- 150 gramos de galletas de tipo María o Digestive.
- 75 gramos de mantequilla.
- 500 gramos de queso crema.
- 250 ml. de nata para montar.
- 75 ml. de leche.
- 6 hojas de gelatina neutra (o un sobre de gelatina en polvo).
- 125 gramos de azúcar.
- 200 gramos de mermelada de fresa.
- 150 ml. de agua.
- 6 hojas de gelatina neutra (o un sobre de gelatina en polvo).
Base de galleta
Cortar un círculo de papel de horno del tamaño del molde y cubrir la base con él.
Fundir la mantequilla en el microondas (a media potencia) o en un cacito al fuego.
Triturar las galletas hasta que queden muy finas. Si se tiene un robot de cocina es perfecto para triturarlas.
En caso contrario lo mejor es ponerlas en una bolsa de congelación, cerrarla sacando bien todo el aire y aplastarlas con un rodillo (o cualquier objeto con peso para hacer presión sobre las galletas) hasta triturarlas totalmente. Lo de meterlas en la bolsa de congelación es para evitar esparcir migas de galleta por toda la cocina. Poner las migas de galleta en un bol.
Añadir la mantequilla fundida y mezclar bien. Si hemos triturado las galletas con un robot de cocina se mezcla muy bien si lo ponemos en marcha de nuevo unos segundos.
Volcar las miga de galleta en el molde y distribuirlas bien por toda la superficie. Aplastar bien el polvo de galletas (se hace bastante bien con el dorso de una cucharilla) hasta que quede una capa compacta y de altura similar en toda la base, sin olvidar los bordes, que es fácil que nos queden un poco más finos.
Poner el molde en la nevera mientras preparamos la crema de queso. La base adquirirá consistencia al endurecerse la mantequilla con el frío.
Relleno de crema de queso
Poner a remojo con agua fría 6 láminas de gelatina. El tiempo depende de la marca (consultar el envoltorio), pero en general basta con 5 minutos.
Poner en un bol el queso crema y el azúcar.
Batir hasta obtener una crema fina y lisa.
Calentar la leche. No hace falta que llegue a hervir, con que esté caliente es suficiente.
Escurrir las láminas de gelatina apretándolas con el puño para eliminar el agua y añadir a la leche caliente. Remover para que se disuelva completamente.
En otro bol batir la nata con ayuda de unas varillas (mejor eléctricas) hasta que esté bien montada. Recordad que para que la nata monte bien deberá estar muy fría.
Incorporar la leche con la gelatina a la crema de queso y batir bien para que se mezcle completamente.
Añadir la nata montada y mezclar con suavidad (sin batir) para que la nata no se baje.
Verter la crema sobre la base de galleta.
Alisar bien la superficie para que quede bien nivelada y lisita.
Poner de nuevo en la nevera para que adquiera consistencia.
Yo espero un mínimo de 2 horas para poner la cobertura, de modo que la tarta haya ganado ya algo de consistencia.
Cobertura de mermelada
Para preparar la cobertura poner a remojo con agua fría las otras 6 láminas de gelatina.
Poner la mermelada y el agua en un cazo al fuego, removiendo con frecuencia para que se mezclen bien.
Cuando comience a borbotear retirar el cazo del fuego. Escurrir la gelatina apretándola con el puño y añadir a la mermelada caliente. Remover bien hasta que la gelatina esté perfectamente disuelta.
Sacar la tarta de la nevera y verter la mermelada sobre la crema.
La mermelada caliente está bastante líquida y se distribuye bien por toda superficie. Si no fluye bien mover un poco el molde para que rellene toda la superficie.
Poner la tarta en la nevera al menos 3 horas para que tanto la crema como la cobertura cuajen completamente. A mí me gusta dejarla toda la noche.
Para desmoldar como la gelatina se habrá pegado al molde se puede pasar un cuchillo de punta roma todo alrededor. No hace falta meterlo hasta el fondo, solo para separar la gelatina.
Se puede levantar la tarta de la base y pasarla a un plato, pero yo con las de base de galleta no me atrevo. Normalmente la pongo en el plato de servir con la base del molde.
Para servir cortar en porciones.
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