Estas galletas de avena con manzana y pasas me encantan para acompañar el café de media mañana o para la merienda. Son unas galletas un poco rústicas, con los bordes finos y crujientes y el centro más gordito, lo que hace que se mantenga tierno y jugoso. Tienen una textura y un sabor increíbles, cargadas de copos de avena, trocitos de manzana y pasas , además de una generosa cantidad de especias que las hace irresistibles.
Son galletas de avena con manzana y pasas son unas galletas con mucha textura, un poco rústicas por la presencia de los copos de avena, que aunque se quedan muy blanditos tras hornear hacen de la masa no sea lisa como en las galletas habituales que solo llevan harina, es mucho más rugosa, eso sin contar además con los tropezones de manzana y pasas. Son unas galletas más bien gorditas en su parte central (a mí al menos me gusta hornearlas de forma que queden gorditas y no muy extendidas), lo que hace que el centro quede siempre húmedo y jugoso, mientras que los bordes son un poco más finos y crujientes. Los trocitos de manzana y las pasas añaden todavía más textura y sabor
Las galletas de avena en general sigue para su elaboración el mismo principio de todas las galletas: harina que se enriquece con una mezcla de huevos, azúcar y mantequilla (o aceite), solo que en este caso en vez de usar únicamente harina de trigo se usa una mezcla de harina y copos de avena, lo que hace que sean unas galletas con muchas textura.
Existen varios tipos de copos de avena, aunque los más habituales son dos. En primer lugar están los copos tradicionales. Son granos de avena enteros y aplastados, con forma ovalada y plana. En inglés se suelen denominar old fashioned oats, algo así como avena al estilo antiguo y aquí se suelen etiquetar como copos de avena a secas, o dependiendo de las marcas, como avena integral. En la otra variedad los copos de avena se cortan en trocitos más pequeños, que a veces están ya parcialmente cocidos. Es inglés se denominan quick oats, avena rápida, porque al estar cortados tardan menos a ablandarse y cocerse, y aquí se etiquetan dependiendo de la marca con una variedad de nombres como copos finos, suaves, copos de avena sin más. Afortunadamente los paquetes suelen traer alguna ventana transparente que permite ver la textura de los copos que contienen, porque a veces los nombres son un poco confusos. Es bastante sencillo encontrar las dos variedades en supermercados un poco grandes y herbolarios.
Para preparar galletas normalmente se emplean copos gruesos. Su textura es un poco más rústica que la de los finos, pero cuando se hidratan y hornean queda muy blanditos, con un sabor muy rico y dan mucha mordida a las preparaciones. A mi los finos en general me gustan menos porque si se tienen mucho rato en remojo se quedan muy pastosos para mi gusto (reconozco que soy muy rarita para las texturas), pero también hay recetas que los emplean, así que si solo teneis finos también se pueden usar sin problema. Incluso he visto recetas que los pasan por el procesador de alimentos para convertirlos en harina. Lo que sucede es que a mi de las galletas de avena además del sabor me gusta esa textura rugosa, poco uniforme, que como mejor se consigue es empleando copos enteros.
Sobre la masa base, que es muy similar a la de todas las galletas de avena, vamos a añadir manzana muy troceada y pasas. Podríamos preparar también versiones solo con manzanas o solo pasas, pero a mi la combinación de los dos ingredientes me encanta. Si habitualmente las galletas de avena son húmedas y rugosas al añadir manzanas y pasas esas características se intensifican todavía más, las galletas quedan muy húmedas, superricas, y cada bocados está lleno de copos de avena blanditos, trocitos de manzana y pasas jugosas y dulces. Como la masa es bastante húmedas las pasas aguantan bien el paso por el horno sin quemarse.
Añadimos la manzana partida en trocitos muy pequeños, no tanto como si estuviera rallada, pero si muy pequeñines, de forma que en cada bocado encontremos múltiples trocitos. Podemos emplear cualquier variedad de manzana, aunque a mi para repostería me gustan más las variedades que se ablandan con facilidad.
Para aumentar todavía más el sabor las galletas llevan una generosa cantidad de canela molida y nuez moscada. Podéis variar las cantidades a vuestro gusto, pero a mi me parece que así quedan estupendas, aunque bueno, ya sabéis que yo le pondría canela a todo.
La receta combina azúcar moreno y azúcar blanco. En la repostería americana es habitual combinar los dos tipos de azúcar porque cada una de ellas tiene características distintas.
El azúcar moreno aporta humedad, consigue masas mucho más jugosas, que se mantienen tiernas más tiempo, además de dar un toque caramelizado que combina bien con la mayoría de las recetas de repostería, especialmente las que son un poco rústicas como estas galletas.
El azúcar blanco, además del dulzor, aporta textura, ayuda a estabilizar las proteínas de otros ingredientes y eso hace que los dulces mantengan mejor el volumen que ganan en el horno, contribuye a que tengan mejor aspecto.
Como cada una tiene su misión es aconsejable mantener las dos en la mayoría de las recetas, aunque en este caso curiosamente podríamos eliminar cualquiera de las dos, manteniendo la cantidad total de azúcar. Las galletas tienen suficiente humedad incluso sin usar azúcar moreno y su aspecto bastante rústico permite prescindir del soporte que da el azúcar blanco.
Al ser muy húmedas las galletas se conservan en buen estado durante muchos días. Aunque no es lo más aconsejable para las galletas las guardo siempre en la nevera. Me da miedo que con tanto trocito de manzana no se conserven bien a temperatura ambiente y ante la duda las guardo en un tupper hermético en la nevera. Si puedo las saco de la nevera media hora antes de comerlas para que se atemperen y recuperen la textura, aunque la verdad es que al ser tan rugosas y tener tanto tropezón están también ricas recién sacadas de la nevera.
Con las cantidades de la receta salen entre 22 y 24 galletas de entre 35-40 gramos. Al hornearlas crecen un poco en el horno y se extienden hacia los lados, por lo que hay que separarlas bastante en la bandeja y es necesario hornearlas en dos tandas de 12 galletas.
Para formar las galletas se hacen bolas de masa que se depositan sobre la bandeja. No hace falta aplanarlas, se meten en el horno con forma de bola. En el horno se expanden y aplanan un poco, manteniendo el centro más gordito y húmedo, mientras que los bordes quedan finitos y un poco crujientes, un contraste estupendo.
La manera más sencilla de formar las bolas es emplear una cuchara de helado, si tenéis una de ese tamaño es superrápido. Basta rellenar la cuchara de masa, como cuando hacemos bolas de helado, rasarla un poco para eliminar el exceso de masa y depositar la bola sobre la bandeja, como si fuera una bola de helado. Muy rápido y muy limpio. Si no tenemos una cuchara de helado del tamaño adecuado formaremos bolas haciendo rodar las porciones de masa entre las palmas.
Me gusta dejar reposar la masa en la nevera durante una media hora antes de formar las bolas y hornearlas. En general a todas las masas que llevan mantequilla les viene bien el reposo en la nevera, al enfriarse la mantequilla se vuelven más duras y es más fácil manejarlas, también son menos pegajosas. Por otro lado, si la masa está fría cuando entra en el horno, las galletas se expanden menos, y nos aseguraremos de que el centro quede gordito y bien jugoso.
Si por el contrario preferís que las galletas queden más planitas y un poco más crujientes en toda la superficie nos saltamos la fase de reposo en la nevera, además de aplastar ligeramente las bolas al ponerlas sobre la bandeja.
- 22-24 galletas.
- 125 gramos de harina.
- 175 gramos de copos de avena.
- 100 gramos de azúcar moreno.
- 50 gramos de azúcar blanco.
- 110 gramos de mantequilla.
- Un huevo grande.
- 120-150 gramos de manzana (una manzana mediana pelada).
- 75-100 gramos de pasas.
- Media cucharadita de levadura de repostería.
- Un cuarto de cucharadita de sal.
- Una cucharadita de canela molida.
- Media cucharadita de nuez moscada (opcional).
La mantequilla tiene que estar blandita para poder batirla con facilidad, por lo que la sacaremos de la nevera con un par de horas de antelación.
Poner en un bol la mantequilla ablandada y los dos tipos de azúcar.
Batir con unas varillas (mejor si son eléctricas) hasta que esté espumoso.
Añadir el huevo, que debería estar a temperatura ambiente para que al añadirlo no se corte la mantequilla por el contraste de temperaturas.
Continuar batiendo hasta que el huevo esté perfectamente integrado.
Poner en otro bol la harina, la sal, la levadura, la canela y la nuez moscada si se usa.
Remover para que se mezcle todo por igual.
Añadir la harina al primer bol con la mezcla de mantequilla, huevo y azúcar.
Mezclar bien hasta que no quede harina suelta y la mezcla tenga un aspecto homogéneo. Yo para mezclar no uso las varillas, empleo una lengua de cocina y una cuchara.
Añadir los copos de avena y continuar mezclando hasta que la mezcla sea de nuevo homogénea.
Es una mezcla muy densa y con los copos de avena cuesta un poco mezclarla, pero con un poco de paciencia se consigue. A mi me resulta más cómodo hacerlo en un bol bastante grande.
Partir la manzana en cuartos y eliminar el corazón. Yo la pelo, pero tampoco hay ningún inconveniente en dejar la piel. Con manzanas de piel roja los trocitos con piel quedan de hecho muy vistosos, pero hay gente a la que no le agrada encontrar los trocitos de piel.
Partir la manzana en trocitos muy menudos, no tan pequeños que parezca rallada pero chiquitines.
Añadir los trocitos de manzana y las pasas y continuar mezclando hasta que la masa sea homogénea.
Se puede poner la masa media hora en la nevera para que se endurezca al solidificarse la mantequilla con el frío.
En general las masas con mantequilla se manejan mejor cuando se deja enfriar la masa, pero además en el caso de las galletas si se meten al horno bastante frías se expanden menos y conservan mejor la forma, con lo que conseguiremos que estas galletas queden mas gorditas y muy jugosas. Si os gusta que queden más planitas y extendidas no hace falta poner la masa en la nevera.
Poner sobre la encimera dos bandejas de horno cubiertas con papel de horno o un silpat.
Para formar las galletas vamos a hacer bolitas de masa de entre 35 y 40 gramos. Hay unos 850 gramos de masa, con lo que nos saldrían 24 galletas de unos 35 gramos.
Si tenemos una cuchara de helado de tamaño adecuado es comodísimo para formar las bolas. Basta con coger bolas de masa con la cuchara, rasarlas un poco con un cuchillo y depositar las bolas sobre la bandeja. La mía es más bien pequeña y tiene una capacidad de unos 37 ml. (para ver la capacidad lo más sencillo es llenarla de agua y volcar el en un vaso puesto sobre la báscula), que es un tamaño ideal para hacer galletas.
Si no tenemos una cuchara haremos las bolas haciendo rodar las porciones de masa entre las palmas de la mano.
No hace falta que sean bolas perfectas, con que sean más o menos redondeadas es suficiente.
Según vamos formando las bolas colocarlas sobre la bandeja de horno. Hay que colocarlas bastante separadas, ya que se expandirán un poco en el horno. Yo pongo solo 12 en cada bandeja (3 filas de 4 galletas), si ponemos más corremos el riesgo de que se peguen en el horno.
Precalentar el horno a 180 grados.
Colocar la primera bandeja con las galletas en la parte central del horno.
Hornear durante 15-16 minutos hasta que comiencen a dorarse por los bordes. El centro seguirá estando blandito, se endurecerán un poco al enfriarse.
Sacar la bandeja del horno y dejar reposar las galletas en la bandeja durante 10 minutos.
Pasar las galletas a una rejilla y dejar que se enfríen completamente.
Hornear la segunda bandeja de la misma forma.
Las galletas de avena con manzana y pasas destacan por su textura rústica y su sabor reconfortante. La combinación de copos de avena, trocitos de manzana y pasas jugosas, junto con una generosa cantidad de especias, crea un equilibrio perfecto entre lo crujiente y lo tierno. Estas galletas son ideales para acompañar el café de media mañana o para disfrutar en la merienda, ofreciendo una experiencia deliciosa y nutritiva.
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