Las mandarinas han sido siempre una de mis frutas de invierno preferidas. Además de lo buenas que están, al ser pequeñitas y tan fáciles de pelar son muy cómodas de comer, empiezas con una y no paras. En invierno en casa comemos un montón de mandarinas, pero no se me había ocurrido nunca usarlas en repostería. Sin embargo estas últimas semanas he visto varias tartas y bizcochos con mandarina en Internet que tenían una pinta estupenda y he pensado que sería buena idea preparar un bizcocho de mandarina antes de que acabe la temporada. Ha quedado estupendo, con una miga un poco húmeda y de color anaranjado y un sutil sabor a mandarina.
Para la receta de este bizcocho de mandarina he partido de la receta del clásico bizcocho de yogur, que suele resultar muy versátil como base para elaborar bizcochos. He sustituido el yogur por leche (se puede emplear yogur si se prefiere) y he aumentado un poco la cantidad de harina porque al añadir las mandarinas trituradas la masa quedaba un poco líquida.
En la receta se usan tanto la ralladura como los gajos de mandarina. Primero se ralla la piel, procurando no coger la parte blanca, que amarga, y se añade a la masa. A continuación se terminan de pelar las mandarinas, eliminando todas las partes blancas que encontremos. Si la piel es muy gorda es conveniente pelar los gajos, pero si es de la que se puede comer sin problemas no es necesario. Yo he añadido los gajos a la masa y lo he triturado todo bien con la batidora, hasta que ha quedado perfectamente integrado, pero también se podría partir los gajos en trocitos muy pequeños y añadir los trocitos a la masa, junto con todo el líquido que suelten al partirlos.
Hasta ahora no había empleado nunca las mandarinas en repostería, pero las uso desde hace tiempo para infusionar la leche en otros postres. Una día hace años cuando ya tenía en marcha un arroz con leche me encontré con que no tenía limones y como lo único que tenía a mano eran unas mandarinas empleé la piel para perfumar la leche. Reconozcámoslo, sustituir la cáscara de limón por cáscara de mandarina tampoco es que sea revolución culinaria, pero no se me había ocurrido hasta entonces. El sabor tan sutil que deja en la leche nos encantó y desde entonces alterno y mezclo limón, naranja y mandarina en el arroz con leche, las natillas y cualquier otro postre en el que la leche se infusione con cáscara de cítricos.
Al llevar mandarina el bizcocho es un poco húmedo y aguanta bien el paso de los días si se guarda en un recipiente hermético. En una caja de metal ha llegado al cuarto día en perfecto estado, más allá de ese tiempo no puedo opinar porque no quedaban ni las migas.
- 8-10 raciones.
- 250 gramos de harina de todo uso.
- 3 huevos.
- 125 ml. de aceite de oliva suave o girasol.
- 150 ml. de leche.
- 175 gramos de azúcar.
- 10 gramos de levadura de repostería.
- Un pellizco de sal.
- 3-4 mandarinas (unos 200 gramos de mandarina una vez pelada).
Poner en un bol los huevos y el azúcar y batir hasta que estén espumosos.
Añadir el aceite y a continuación la leche batiendo bien después de añadir cada ingrediente.
Rallar la piel de las mandarinas y añadir a la mezcla anterior. Procurar no coger la parte blanca ya que amarga.
Pelar las mandarinas y retirar todas las hebras blancas de los gajos. Si la piel de algunos gajos es muy gruesa se puede eliminar, pero si es fina, de la que se puede comer sin problemas, la dejamos.
Poner los gajos de mandarina en el bol y triturar bien con la batidora.
Poner en otro bol la harina, la levadura y un pellizco de sal. Mezclar bien.
Añadir la harina a la primera preparación, preferiblemente empleando un tamiz o un colador para deshacer bien todos los grumos.
Mezclar bien con una espátula hasta que no quede harina suelta.
Preparar el molde en el que vamos a hornear el bizcocho. Con esta cantidad va bien un molde redondo de unos 20 cm. o un molde alargado de cake. Yo he usado uno redondo desmontable de 20 cm.
Forrar el molde con papel antiadherente o untarlo bien con aceite y espolvorear harina, sacudiendo el molde para eliminar el exceso de harina.
Verter la mezcla en el molde.
Mientras se prepara la masa del bizcocho precalentar el horno a 180 grados.
Poner el molde en la parte central del horno.
Necesitará entre 45 y 55 minutos, dependiendo del horno y del tipo del molde. Yo probé a los 50 minutos, clavando un palillo en la parte central. Con un molde alargado probar a los 45 minutos. Si el palillo sale seco ya está listo, en caso contrario dejarlo 5 minutos más y probar de nuevo. El mío necesitó 5 minutitos más.
Sacar el bizcocho del horno y dejar reposar 10 minutos sobre una rejilla.
Cuando se enfríe lo suficiente como para manejarlo sin quemarse desmoldar y dejar en la rejilla hasta que se enfríe completamente.
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