El crumble es un tipo de postre muy popular en los países anglosajones, formado por una capa de fruta horneada sobre la que se coloca una capa de masa arenosa elaborada con harina, azúcar y mantequilla a la que se añaden frecuentemente frutos secos o avena, muy similar a una masa para hacer galletas. Es casi como una tarta al revés, con el relleno de fruta en el fondo y la base crujiente sobre el relleno. Es un postre muy versátil que se puede elaborar con cualquier fruta y se puede ir variando para prepararlo con las frutas más abundantes de cada estación. Son muy habituales los de manzana (hay uno en el blog aquí), ruibarbo o frutos rojos, pero para mí en primavera la estrella indiscutible es el crumble de fresas. El contraste entre las fresas hechas compota, blanditas y muy dulces y la capa crujiente que las cubre es realmente delicioso. Se puede servir frío o caliente, en este último caso nada mejor que acompañarlo de una bola de helado.
El crumble es un postre muy agradecido. Su apariencia rústica y el hecho de que la masa se distribuya sin más sobre la fruta hace que sea muy fácil y rápido de preparar y que siempre quede bien. Pero luego es tan rica como una tarta, con su compota de fruta y su costra de masa crujiente. Una tarta un poco desestructurada, eso sí, porque se rompe bastante al servir y hay que reconocer que el aspecto de la porción individual es bastante desordenado.
La masa que cubre el crumble se prepara en su versión más sencilla con harina, azúcar y mantequilla. Es frecuente enriquecerla añadiendo frutos secos (molidos en forma de harina o en trocitos) o avena. Yo aunque soy muy fan de la avena para los desayunos reconozco que me gustan más las versiones con almendra molida. Este mismo recubrimiento se usa mucho en repostería para añadir una capa crujiente y con distinta textura a diversas preparaciones, por ejemplo en la mitad de un bizcocho o sobre su superficie. Se suele denominar streusel.
El término crumble en inglés significa desmenuzar, romper algo en pedacitos pequeños, haciendo referencia a la forma en la que queda la capa crujiente, desmenuzando la mantequilla al unirla con los ingredientes secos y a la propia apariencia de esta capa, con trocitos muy sueltos. Como curiosidad indicar que los americanos suelen denominar a este mismo postre como crisp, que sería algo así como crujiente en lugar de crumble.
Existe otra familia de postres similares denominada cobbler, formados también por una compota de fruta cubierta de masa que se hornea. La diferencia es que en el caso del cobbler la masa es más parecida a una masa de galleta, de hecho se suele cortar con formas (por ejemplo círculos) antes de colocarla sobre la fruta, quedando habitualmente espacios por lo que se ve la fruta.
En el caso del crumble de fresas no necesita que se le deje ningún espacio. El sirope se suele abrir camino hacia la superficie por los bordes o por cualquier punto en el que la masa sea más fina, formando pequeños ríos de lava de un rojo intenso.
Para preparar la costra de este crumble se usa almendra molida. Se puede comprar ya molida o comprar almendras enteras y triturarlas nosotros mismos. Se hace fácilmente con cualquier robot de cocina. Si se trituran en casa hay que tener siempre la precaución de moler las almendras junto con el azúcar que emplee la receta. Si se muelen las almendras solas sueltan fácilmente el aceite que contienen y en vez de harina obtendremos una pasta. Al molerlas con el azúcar este absorbe el aceite y queda suelto.
La base de fruta lleva añadida un poco de maicena, aunque es opcional. Mezclada con los jugos de las fresas hace que al enfriarse el crumble la fruta tenga un poco más de consistencia, aunque incluso con la maicena tiene tendencia a desmoronarse.
El crumble se puede prepara también en versión individual, horneándolo en moldes de menor tamaño.
El crumble puede servirse frío o caliente, después de dejarlo reposar unos minutos tras sacarlo del horno. A mí en general los postres con fruta me gustan más fresquitos, pero caliente está también muy rico, especialmente si añadimos una bola de helado de vainilla, el contraste de temperaturas es simplemente delicioso.
- 4-6 personas. Un molde redondo de 23 cm. o un molde cuadrado de 20 cm. de lado.
- 750 gramos de fresas.
- 50 gramos de azúcar para las fresas.
- 2 cucharaditas de maicena (opcional).
- 80 gramos de mantequilla.
- 80 gramos de azúcar para el crumble.
- 80 gramos de almendra molida.
- 110 gramos de harina.
- Un pellizco de sal.
Lavar las fresas con cuidado y sin quitarles el rabito para evitar que entre agua y pierdan sabor. Dejar escurrir bien.
Eliminar el pedúnculo y partir la fresas en trozos. Basta con partir en dos las pequeñas y en cuatro trozos las más grandes. Ponerlas en un bol.
Mezclar en un recipiente los 50 gramos de azúcar y la maicena si se usa y remover para que se mezcle bien.
Espolvorear el azúcar con la maicena sobre las fresas partidas y remover bien para repartirlo por igual.
Para preparar el crumble poner en un bol la harina, los otros 80 gramos de azúcar, la almendra molida y un pellizco de sal. Remover para que se distribuyan de forma homogénea.
Añadir la mantequilla cortada en cuadritos. La mantequilla se puede sacar un rato antes de la nevera, pero tampoco es conveniente que esté demasiado fría.
Amasar los ingredientes pellizcándolos con los dedos, como cuando se prepara la masa quebrada. La masa del crumble debe quedar suelta, con apariencia como de serrín o arena húmeda. Continuar pellizcando la masa hasta que veamos que tiene una apariencia homogénea y la mantequilla está bien repartida. Cuidado con el fondo del bol que es fácil que queden ingredientes secos sin mezclar.
Volcar las fresas junto con el líquido que hayan podido soltar en la fuente de horno elegida.
Repartir el crumble sobre las fresas, procurando que quede una capa de grosor bastante homogéneo y sin olvidarnos de los bordes. No es necesario apretar.
Mientras se prepara el crumble precalentar el horno a 190 ºC, con calor arriba y abajo.
Poner la fuente con el crumble en la parte media del horno.
Hornear hasta que el crumble se vea doradito, unos 45 minutos.
Sacar el crumble del horno y dejar reposar unos 10 minutos sobre una rejilla.
Cuando la fruta empieza a cocer y borbotear el liquido se suele filtrar entre la masa y el borde de la fuente y aparecen grietas de lava de fresa, que también pueden aparecer en el centro si la masa es fina en algún punto.
Se puede servir caliente o frío, como más os guste.
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