Me gustan muchos las quiches. Además de estar buenísimas me parecen un plato muy versátil por la gran variedad de rellenos que admite y porque queda bien en cualquier ocasión. Resultan siempre muy elegantes para servir en cualquier comida formal pero al mismo tiempo al poder comerse con la mano son perfectas para comidas informales. Esta quiche de espárragos verdes y langostinos lleva en el relleno dos de los ingredientes que más me gustan en todo tipo de salteados, langostinos y espárragos verdes, tan abundantes durante la primavera.
El principal secreto para una quiche exitosa es siempre una buena base de masa quebrada. A mí me gusta preparar la masa quebrada en casa. Una vez que le coges el tranquillo es muy sencilla y rápida de preparar, en menos de 15 minutos está lista. Para manejarla con mayor facilidad es imprescindible dejarla reposar al menos una hora en la nevera. Aguanta en perfectas condiciones 3 o 4 días en la nevera bien envuelta en papel de film y congela muy bien. A mí me gusta dejarla reposar toda la noche en la nevera, lo que además es muy cómodo para organizarse: preparo la masa un día, no lleva mucho tiempo, y luego al día siguiente se extiende y hornea. Podéis encontrar todos los secretos de una buena masa quebrada en este post: masa quebrada.
Si a pesar de todo no os animáis a prepararla en casa siempre se puede usar masa quebrada comercial. En mi opinión no queda tan rica pero da buen resultado.
Para que la masa quebrada no se deforme además de hornearla rellena de legumbres secas o pesas de hornear da muy buen resultado meterla un rato en la nevera o en el congelador para que esté muy fría cuando entre en el horno. Si la ponemos en la nevera necesitará alrededor de una hora para enfriarse bien, en el congelador bastará con 20 minutos. Para el relleno de esta quiche he usado únicamente espárragos y langostinos (además de nata y huevos, lógicamente), pero se puede añadir también un poco de queso. Me gusta mucho añadir parmesano rallado (una cucharada o así) y a esta combinación de ingredientes le va también muy bien un poco de queso crema.
La quiche se puede servir caliente, recién sacada del horno o a temperatura ambiente. A mí me gustan más en general a temperatura ambiente. Si sobra algo es conveniente sacarlo de la nevera un rato antes de servir para que se atempere.
- 6-8 personas (un molde de 24-26 centímetros).
- 110 gramos de mantequilla.
- 220 gramos de harina.
- 1/2 cucharadita de sal.
- 3 cucharadas de agua muy fría.
- Mantequilla para untar el molde.
- Un manojo grandecito de espárragos (unos 400 gramos).
- 250 gramos de langostinos.
- 4 huevos.
- 250 ml. de nata para cocinar.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal, pimienta negra y nuez moscada.
Empezamos preparando la masa quebrada. A mí me gusta prepararla el día anterior para dar tiempo a que repose en la nevera.
Si se emplea masa precocinada nos saltamos toda la preparación de la masa hasta que se coloca en el molde.
Poner en un bol la harina tamizada y la sal y mezclar. Hacer un volcán en el centro y añadir la mantequilla cortada en cubitos. La mantequilla se puede sacar un rato antes de la nevera pero tampoco conviene que esté demasiado blanda.
Comenzar a mezclar la harina y la mantequilla, pellizcándolas entre los dedos, hasta que se forme una masa con aspecto de arena gruesa.
Añadir el agua fría y mezclar un poco más de la misma forma. Volcar la masa sobre la encimera.
Amasar un poco la masa aplastándola bien con la mano y doblándola tres o cuatro veces, hasta que al recogerla forme una pelota más bien compacta que no se desmorona, no la arena tan suelta del principio. En todo caso la masa quebrada no se debe trabajar en exceso, con tres o cuatro dobleces es suficiente.
Aplastar un poco la masa para formar un disco grueso y envolverla en papel de film.
Guardarla en la nevera al menos una hora, aunque si se puede a mí me gusta más dejarla toda la noche. Este reposo es fundamental para poder trabajarla bien. Por un lado al enfriarse la mantequilla da más consistencia a la masa y el reposo ayuda a que se relaje el gluten, lo que facilita el trabajo con el rodillo.
Espolvorear la encimera con una nubecita de harina y colocar la masa sobre ella. Si la hemos dejado toda la noche en la nevera se puede sacar un ratito antes para que no esté demasiado fría, aunque no conviene que se atempere demasiado, se trabaja mejor fría.
Extender la masa hasta formar un círculo de tamaño suficiente para cubrir la base y las paredes del molde. Durante el proceso me gusta levantar la masa de vez en cuando de la encimera con ayuda del rodillo y darle la vuelta un par de veces para asegurarme de que no se pega.
A partir de aquí se sigue el procedimiento igual si se usa masa casera o precocinada.
Engrasar con mantequilla la base y las paredes del molde.
Colocar la masa sobre el molde. Para mí la forma más fácil de hacerlo es enrollar la masa sobre el rodillo y desenrollarla a continuación sobre el molde.
Ajustar bien la masa al fondo y las paredes del molde, sin estirarla, apretando un poquito para que quede bien pegada. Es cómodo hacer una pelotita con un poco de masa sobrante y emplearla para ir apretando la masa.
Eliminar el sobrante de masa. En los moldes de metal se hace muy bien pasando el rodillo sobre el molde para cortar la masa. En otro caso la retiramos con un cuchillo.
Los recortes de masa que sobran los suelo aprovechar en forma de galletitas, dulces o saladas. Los espolvoreo con un poco de azúcar o de queso rallado, los corto y los horneo al mismo tiempo que la base. No quedan bonitas pero están ricas.
Pinchar varias veces la base con un tenedor para asegurarnos de que no quedan bolsas de aire. Si tenemos tiempo es conveniente poner la base con la masa un rato en la nevera (o 20 minutos en el congelador) para que esté bien fría cuando la metamos al horno. Así se evita que se encoja y se deforme.
Precalentar el horno a 190 grados.
La base se hornea primero vacía. Es lo que se denomina hornear en blanco o a ciegas.
Cubrir el molde con papel de aluminio o de hornear y rellenar con legumbres secas (yo tengo un paquete de judías blancas que uso sólo para esto) o con pesas de hornear. Asegurarse de que llegan bien a todos los bordes.
Hornear la masa durante 20 minutos.
Sacar del horno, retirar el papel con las legumbres o las pesas y hornear 10 minutos más.
Mientras se hornea la base vamos a preparar el relleno.
Eliminar la parte dura del tallo de los espárragos verdes. Partirlos en trozos de 3 o 4 centímetros de largo si son finos, un poco más pequeños si son muy gruesos.
Pelar los langostinos. Reservar los cuerpos. Las cabezas pueden congelarse para hacer un fumet.
Poner una gota de aceite en una sartén, lo justo para cubrir el fondo.
Añadir los espárragos y saltear hasta que estén tiernos. Incorporar los langostinos y saltear justo hasta que cambien de color. Retirar del fuego y reservar.
Poner en un bol los huevos, la nata, un pellizco de sal, pimienta molida y nuez moscada rallada al gusto. Batir bien.
Repartir los espárragos y langostinos salteados sobre la base de la quiche horneada.
Añadir la mezcla de nata y huevos batidos.
Volver a poner la quiche en el horno.
Hornear durante 25 minutos más, hasta que el relleno se vea cuajado y un poco doradito. Para asegurarnos de que está cuajado se puede pinchar con un palillo en la parte central. Si al sacarlo tiene relleno pegado hornear 5 minutos más.
Sacar la quiche del horno. Cuando se enfríe un poco para poder manejarla sin quemarnos desmoldarla y pasarla a un plato de servir.
Servir cortada en cuñas. Se puede servir caliente recién sacada del horno o del tiempo, como más nos guste.
Digo lo que tu, me encantan las quiches, esta con los ingredientes que lleva riquísima.
ResponderEliminarUn abrazo.