La crème Brûlée, literalmente crema quemada, es una crema elaborada con nata y yemas que se hornea al Baño María y se sirve cubierta por una capa crujiente de azúcar quemado, de ahí su nombre. Es un postre muy similar a las natillas o a la crema catalana, con la que comparte incluso el tradicional quemado de la superficie, sólo que cocido al horno en vez de espesarse al fuego. Es una crema con una textura muy rica al elaborarse con una gran proporción de nata, aunque sin duda lo mejor del postre es el contraste entre la textura suave y sedosa de la crema y el crujiente de la capa de caramelo quemado de la superficie.
Aunque el nombre suene francés hay referencias a postres similares a la crème Brûlée desde épocas muy antiguas, hecho nada extraño si tenemos en cuenta que estamos ante un postres exquisito pero muy sencillo, elaborado únicamente con nata, huevos y azúcar. En Inglaterra por ejemplo hay referencias de una crema similar elaborada en primavera, cuando las vacas producen la leche más grasa y espesa y cubierta con azúcar quemado ya en el siglo XV. Y las primeras referencias escritas a la crema catalana existentes en los recetarios medievales catalanes son incluso un poco anteriores, del siglo XIV. La popularización en todo el mundo de su formato actual y el nombre francés de crème Brûlée al parecer tiene su origen en los años 80 en el legendario restaurante Le Cirque, en Nueva York.
Como curiosidad comentar que esta crema también se denomina en algunos lugares Trinity Cream, crema Trinity, ya que fue muy popular en el célebre Trinity College, en Cambridge, a partir de 1879, donde incluso disponían de una pala de con el escudo del colegio para quemar la superficie. A veces de hecho se suele mencionar el Trinity como su origen.
Habitualmente la crème Brûlée se prepara en platos o ramenquines de poca altura. Aunque los más clásicos sean los de porcelana blanca sirven perfectamente las cazuelitas de barro que se emplean para la crema catalana o platillos similares. En todo caso siempre es mejor que no quede con mucha altura, como si fuera un flan.
Para quemar la superficie de la crème Brûlée lo mejor es usar un soplete de cocina o una pala de las tradicionales de quemar la crema catalana. Los dos instrumentos tienen la ventaja de caramelizar la superficie sin calentar la crema. Si no disponemos de ninguno de los dos utensilios también puede quemarse la superficie gratinándola unos minutos en el horno, pero a mí es una opción que me gusta menos, ya que nos obliga a poner la crema en la nevera de nuevo antes de servirla para que se vuelva a enfriar, que es como está más rica.
- 4 personas.
- 500 ml. de nata para montar.
- 100 ml. de leche
- 4 yemas de huevo.
- 50 gramos de azúcar.
- Una vaina de vainilla.
- Azúcar para quemar la crema (aproximadamente una cucharadita para cada molde).
Poner la nata y la leche en un cazo. Abrir la vaina de vainilla a lo largo y raspar las semillas del interior con ayuda de un cuchillo. Añadir las semillas y la vaina completa al cazo con la nata.
Poner el cazo al fuego hasta que comience a hervir.
Mientras tanto poner en un bol las yemas junto con el azúcar y batir con unas varillas hasta que comience a espumar.
Cuando la nata comience a hervir retirar del fuego.
Retirar la vaina de vainilla. Yo la seco bien y la pongo en el tarro del azúcar vainillado. Es increíble la cantidad de azúcar perfumado con vainilla que se consigue a partir de un par de vainas ya usadas para otros postres.
Añadir poco a poco la nata caliente a los huevos, batiendo continuamente para evitar que los huevos se cuajen y asegurándonos de que caen todas las semillas de vainilla.
Distribuir la mezcla en 4 moldes individuales. Lo habitual son los ramenquiines de porcelana más bien planitos. En cualquier caso es mejor que sean más bien anchos y planitos.
Mientras se prepara la mezcla precalentar el horno a 160 ºC.
La crème Brûlée se cuece al baño María. Para ello pondremos los ramenquines en una fuente y añadiremos agua hasta la mitad de altura de los mismos. Puede emplearse agua fría, directamente del grifo. Como es complicado encontrar una fuente en la que quepan los cuatro platitos lo que hago es ponerlos en la bandeja del horno y llenar esta de agua. Como los moldes son bastante planitos con la altura de la bandeja es más que suficiente para formar el Baño María.
Hornear la crème Brûlée durante 30-40 minutos. En los bordes estará cuajada pero el centro estará todavía un poco menos hecho.
Sacar los ramenquiines del horno. En cuanto se enfríen ponerlos en la nevera al menos un par de horas para que la crème Brûlée esté fresquita a la hora de comer.
Justo antes de servirlos se quema la superficie para formar la capa de caramelo crujiente.
Espolvorear la superficie con azúcar. Con una cucharadita por ración es suficiente.
Con ayuda de un soplete de cocina quemar el azúcar hasta que se forme el caramelo. Puede hacerse también con una pala de las que se usan paran quemar la crema catalana. En caso de no disponer de soplete o pala de quemar se puede gratinar unos minutos en el horno, aunque en este caso habría que hacerlo con un poco más de antelación para dar tiempo a que la crema se vuelva a enfriar bien antes de servir.
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