Las fajitas de pollo son un plato muy popular de la cocina del norte de México. O más bien bien de la cocina Tex-Mex, que nace de la fusión de cocina mexicana y la texana en esa zona de Estados Unidos. Consisten en tiras de pollo cocinada con verduras que se envuelve en una tortita (en México le llaman tortilla) de trigo o maíz. Es un plato que suele gustar a todo el mundo, tanto críos como mayores. Además de que está bueno lo cierto es que a todos nos atraen los platos informales que pueden comerse con las manos. Aunque muchas veces este tipo de platos se asocien con comida rápida preparado en casa es una receta bastante saludable y equilibrada.
El nombre de fajita procede de la época en la que los jornaleros de los rancho recibían como parte de su salario los cortes menos apreciados de los novillos, como la cadera o faja, como se denomina en México. Esta carne de faja se cortaba en tiras pequeñas, fajitas, y se asaba a la parrilla. Se comía acompañada de tortillas o tortitas, sobre todo de maíz, que son uno de los panes más populares en México. Aunque inicialmente se preparaban sólo con carne de vaca posteriormente se fueron popularizando versiones con otros tipos de carne (cerdo, pollo) y otros ingredientes como verduras en el relleno. Y así llegamos a las fajitas que conocemos hoy en día.
Las tortitas, o tortillas como las llaman en México, son uno de los panes más populares en México. Son panes planos de forma redondeada, sin levado, que se preparan sobre una plancha o sartén caliente (un comal), sin necesidad de horno. Este tipo de panes en sus diversas variantes se preparan desde épocas remotas en muchos lugares. Tradicionalmente se elaboraban con maíz nixtamalizado, aunque en épocas más recientes también se elaboran de trigo.
La comida mexicana tiene en general un toque picante. Lo bueno al preparar los platos en casa es que podemos graduar la intensidad del picante a nuestros gusto, o incluso suprimirlo si se quiere. Si os gusta el picante se puede añadir un chile jalapeño bien cortadito al sofrito de verduras. En casa no somos muy aficionados al picante y me limito a poner un poco de guindilla en el marinado del pollo. Si no tenéis chile también se puede añadir un poco de guindilla en el sofrito de verduras.
Para acompañar las fajitas se pueden usar numerosas salsas: guacamole, pico de gallo (la salsa/ensalada mexicana preparada con tomate, cebolla y cilantro), crema agria, crema de queso, etc. Aunque sea menos tradicional a nosotros nos gusta acompañarla con una ensalada verde, aunque la verdad es que en mi casa acompañamos casi todo con ensalada.
- 8 tortitas de trigo.
- Una pechuga de pollo hecha filetes (unos 500 gramos).
- Una cebolla mediana.
- Un pimiento rojo (o medio pimiento rojo y medio verde o amarillo).
- Un tomate de ensalada grandecito.
- Unas hojas de lechuga.
- 4 dientes de ajo.
- Un chile jalapeño (opcional).
- Una guindilla para macerar (opcional).
- Un limón para macerar (opcional).
- Sal y pimienta negra molida.
- Aceite de oliva virgen extra.
A mí me gusta marinar el pollo para preparar las fajitas. No es imprescindible (se puede suprimir si queréis) pero creo que le aporta mucho sabor.
Partir los filetes de pollo en tiras finas.
Poner las tiras en un recipiente para marinarlo, mejor si es un poco plano. Yo suelo usar un tupper de cristal bastante plano (es como una fuente pequeña de horno) con tapa, pero sirve cualquier bol.
Salpimentar las pechugas al gusto.
Añadir los ajos pelados y laminados y la guindilla en trozos.
Exprimir el limón y verter el zumo sobre las tiras de pollo. Añadir un chorro de aceite de oliva.
Remover bien.
Tapar el recipiente y ponerlo un par de horas en la nevera para que se mezclen bien los sabores, removiendo de nuevo a la mitad del tiempo.
Partir la cebolla en juliana.
Cortar los pimientos en tiras no demasiado finas.
Partir en trocitos el chile si se usa.
Poner al fuego una sartén amplia con un chorro de aceite en el fondo.
Añadir la cebolla y un pellizco de sal.
Bajar el fuego y cocinar hasta que se empiece a poner transparente, removiendo con frecuencia para que se haga toda por igual.
Añadir los pimientos y el chile si se usa y rehogar hasta que estén blandos.
Incorporar a la sartén las tiras de pollo que teníamos macerando, bastante escurridas del líquido de maceración. Si no hemos macerado el pollo cortarlos a tiras y salpimentar antes de añadir a la sartén.
Saltear hasta que el pollo esté hecho, removiendo de vez en cuando para que se haga todo por igual.
Cortar el tomate en cuadritos pequeños.
Lavar la lechuga, secar bien con papel de cocina y cortar a tiras.
Retirar la sartén del fuego.
Añadir el tomate y la lechuga y dar unas vueltas para que se mezclen bien. Si se prefiere el tomate y la lechuga en vez de añadirlos a la sartén se pueden poner directamente en la tortita sobre el resto del relleno.
Mientras se prepara el relleno vamos a calentar las tortitas. Se puede hacer en una sartén o en el horno. En los envases también se suele indicar que se pueden calentar en el micro pero a mí no me convence mucho como quedan. Es rápido, cómodo si sólo vamos a necesitar un par de ellas pero me gusta mucho más como quedan en la sartén o el horno.
Para calentarlas en la sartén poner al fuego una sartén amplia (debe caber una tortita en la base). También se puede usar una plancha eléctrica, en la que normalmente nos cabrán de dos en dos. Vamos pasando las tortitas por la sartén de una en una hasta que comiencen a hincharse. Pasarlas a un plato al sacarlas de la sartén y mantenerlas tapadas con un trapo para que no se enfríen.
Si las calentamos en el horno se envuelven las tortitas que vayamos a usar en papel de horno o de aluminio, se colocan sobre la bandeja y se calientan durante unos 10 minutos en el horno precalentado a 160 grados. Es conveniente de todos modos consultar las instrucciones del envase sobre tiempos y temperaturas recomendadas.
Para montar el plato cogemos cada tortita, se pone parte del relleno en el centro y y se dobla la tortita.
Servir acompañado de las salsa que más nos guste.
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