El 14 de junio de 1800 las tropas de Napoleón Bonaparte se enfrentaron a las tropas del ejército Austro-Húngaro en la batalla de Marengo, cerca de Alessandría, una pequeña ciudad del Piamonte italiano. La batalla, parte de la guerra de la Segunda Coalición, concluyó con una victoria francesa y la retirada de las tropas austríacas de la mayor parte del territorio italiano. Durante la batalla las tropas enemigas habían destruido la cocina de campaña de Napoleón, por lo que el cocinero personal de Napoleón, Monsieur Durand, se encontró con un pequeño problema al terminar la batalla: carecía casi completamente de víveres con los que preparar una comida para celebrar la victoria. Napoleón no era precisamente un sibarita, más bien todo lo contrario, pero tampoco era posible decirle que no se podía preparar su comida, de modo que mandó a los soldados a buscar (requisar más bien) algunos víveres en las granjas cercanas. Los soldados volvieron con gallinas, champiñones, cangrejos, ajos, cebollas, vino, aceite y tomates. Durand guisó el pollo con el tomate, el vino y los champiñones y lo sirvió acompañado del pan, los huevos y los cangrejos. Había nacido el pollo a la Marengo,
Dejando a un lado los cangrejos y los huevos fritos, que no suelen servirse en las versiones caseras del plato, lo cierto es el que pollo a la Marengo es simplemente una versión más de un pollo guisado con tomate y champiñones, pero hay que reconocer que el pollo con tomate está muy rico. Bueno, al menos a mí me encantan todas las recetas en las que el pollo se cocina en cualquier tipo de salsa.
Al llevar salsa el pollo a la Marengo resulta también una opción perfecta para llevarnos el tupper a la oficina. Con la salsita no se reseca al calentarlo en el micro y está igual de rico que recién hecho. Congela bien, por lo que es una opción perfecta para tener varias raciones en el congelador y echar mano de ellas cuando necesitemos.
- 4 personas.
- Un pollo entero o cuatros cuartos traseros de pollo.
- Una cebolla.
- 3 tomates.
- 150 ml. de vino blanco.
- 3 dientes de ajo.
- Una cucharada sopera de harina.
- 250 ml de caldo de pollo. También se puede utilizar agua
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal y pimienta negra.
- Perejil.
Partir el pollo en trozos del tamaño que nos gusta para guisar o pedir al comprarlo que nos lo partan.
Salpimentar los trozos de pollo.
Poner al fuego una cazuela baja y más bien amplia con un chorro de aceite en el fondo.
Cuando el aceite está caliente incorporar el pollo y dorarlo bien por todos los lados.
Sacar los trozos de pollo de la cazuela y reservarlos en un plato.
Picar la cebollar en cuadritos pequeños. Picar los ajos muy fino.
Añadir los ajos y la cebolla picados a la cazuela en la que hemos dorado el pollo.
Rehogar a fuego medio hasta que la cebolla se ponga transparente, unos 10 minutos.
Añadir la harina. Dar vueltas para que se mezcle bien y sofreírla un par de minutos para que no sepa a crudo, sin dejar de remover.
Añadir el vino blanco y dejar que cueza un par de minutos para que evapore el alcohol.
Pelar los tomates y rallarlos. Añadir al sofrito. Muchas recetas añaden el tomate cuando el pollo está casi hecho, junto con los champiñones, pero a mí me gusta más añadirlo al sofrito inicial.
Dejar que se haga durante unos 5 minutos.
Si no os gustan los tropezones en la salsa en este punto se puede pasar la salsa por la batidora.
Añadir perejil picado al sofrito.
Volver a poner el pollo en la cazuela.
Añadir el caldo o el agua. No añadir demasiado agua (que se mantenga un poco por encima de la mitad del pollo), ya que todavía nos falta por añadir los champiñones, que son básicamente agua.
Dejar cocer a fuego suave durante 45 minutos, dando la vuelta al pollo a mitad de cocción. Si vemos que se queda muy seco se puede añadir un poco más de agua.
Lavar los champiñones bajo el grifo o con un paño húmedo y eliminar el extremo del tallo que suele tener tierra.
Partir los champiñones en láminas finas. Añadir a la cazuela con el pollo.
Probar de sal y rectificar si es necesario.
Dejar cocer otros 15 minutos, hasta que el pollo esté bien tierno.
Servir los trozos de pollo acompañados de la salsa y los champiñones.
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