El término galette se emplea en la cocina francesa para designar varios tipos de tartas de forma más o manos redondeada, siendo la más famosa la galette des Rois, formada por dos láminas redondas de masa de hojaldre rellenas de crema frangipane y que se come el día de Reyes. Últimamente el término se ha popularizado especialmente para denominar a tartas de aspecto rústico que se hornean sin molde, similares a la costrata italiana. Pueden rellenarse con cualquier de relleno, tanto dulce como salado. Entre los rellenos dulces me encanta la de manzana, que da lugar a esta deliciosa galette de manzana.
Es una tarta deliciosa, ligera y con una masa muy crujiente, fantástica por su simplicidad, que la hace perfecta para los que quieran iniciarse en el mundo de la repostería.
El hecho de que no lleve molde simplifica mucho el proceso, y sobre todo evita el paso que más odio en cualquier preparación: el desmoldado. A mí me pone muy nerviosa el desmoldado de preparaciones que se hornean en un molde, como bizcochos, tartas y flanes. Incluso con moldes que nunca me han dado problemas y en los que nunca se me ha pegado nada paso un momento de tensión en el momento de desmoldar. Con esta tarta nos evitamos ese temido paso. Al no necesitar molde tiene también la ventaja que es fácil adaptarla al número de comensales, aumentando o disminuyendo la cantidad de masa (y de relleno) para hacer una tarta de mayor o menor diámetro, sin limitaciones debidas al tamaño de los moldes de que disponemos. Por su aspecto rústico es una tarta muy agradecida que no necesita grandes habilidades en la decoración de tartas para que quede bonita.
La tarta está elaborada con una masa quebrada azucarada. Yo la preparo con masa casera, que me parece deliciosa y además muy sencilla de preparar (si no habéis hecho nunca masa quebrada casera os recomiendo que lo intentéis alguna vez y veáis lo sencillo que es), pero se puede preparar perfectamente con masa brisa o quebrada comprada.
En los postres que llevan manzana a mí me gusta mucho emplear manzana reineta. Es una variedad que se cuece muy bien y tiene un toque ligeramente ácido que crea un contraste muy agradable en las preparaciones dulces. Podéis emplear la variedad de manzana que más os guste, eso sí, escogiendo variedades que se cuezan bien. La golden por ejemplo va también muy bien, pero hay otras variedades como la fuji que aunque son fantásticas para comer frescas porque se mantienen crujientes mucho tiempo no son adecuadas para hornear o cocer, ya que no se ablandan. Yo las he añadido alguna vez a una compota y se diferencian los trozos perfectamente en la compota porque son los que siguen duros después de cocerla.
- 6-8 personas.
- 200 gramos de harina.
- 100 gramos de mantequilla muy fría.
- 30 gramos de azúcar.
- 2 cucharadas soperas de agua muy fría.
- 3 manzanas grandes (unos 600 gramos). Yo he empleado reinetas.
- 3 cucharadas soperas de azúcar.
- 1 cucharadita de canela en polvo.
- 20 gramos de mantequilla.
En primer lugar se prepara la masa quebrada azucarada. Su preparación es idéntica a la de la masa quebrada normal añadiendo un poco de azúcar. Todos los detalles para prepararla pueden verse aquí.
Poner la harina en un bol. Hacer un hueco en el centro como un volcán y poner la mantequilla cortada en cuadritos pequeños, el azúcar y las dos cucharadas de agua.
Comenzar a mezclar con la punta de los dedos, como si estuviéramos pellizcando, hasta obtener una masa con aspecto arenoso.
Volcar la masa sobre la encimera y aplastarla y doblarla un par de veces, pero sin trabajarla demasiado. Formar una pelota con la masa.
Envolver en papel de film y dejar reposar en la nevera para que se relaje el gluten y se endurezca la mantequilla. Necesitará al menos un par de horas de reposo, aunque para mí lo más cómodo es prepararla el día anterior (la masa aguanta perfectamente un par de día en la nevera) y dejarla toda la noche en la nevera.
Espolvorear un poco de harina sobre la encimera, y colocar la masa encima.
Extender al masa con ayuda de un rodillo hasta obtener un disco de unos 32 centímetros de diámetro. No es necesario que quede un círculo perfecto ya que el aspecto de la tarta es bastante rústico. A mí al extender la masa los bordes se me quedan bastante irregulares (más irregulares de lo que encaja incluso en la definición de rústico) así que si por algún lado veo que sobra demasiado lo que hago es recortarlo un poco con un cuchillo para igualarlo un poco. Los trozos que recorto los dejo en el papel de horno al lado de la galette, aunque sólo los dejo hornear unos 20 minutos.
Pasar la masa extendida a una lámina de papel de horno. Si no disponemos de algún utensilio que nos permita pasarla al horno una vez formada (yo uso una bandeja de horno muy fina a modo de pala de panadero) la ponemos ya sobre una bandeja de horno.
Partir las manzanas en cuartos, pelarlas y eliminar el corazón. Partir los cuartos de manzana en rodajas finas.
Poner las láminas de manzana ligeramente solapadas sobre el círculo de masa, distribuyéndolas en círculos concéntricos. Se comienza por el borde, dejando unos 4 centímetros de masa libre que se doblarán sobre la manzana y se continúa hacia el centro.
Poner en una tacita el azúcar y la canela y mezclarlos bien.
Distribuir la mezcla de azúcar y canela sobre las láminas de manzana.
Doblar el borde de masa libre sobre la manzana, haciendo pequeños pliegues todo alrededor para ajustar el exceso de masa.
Mientras preparamos la tarta precalentar el horno a 190 ºC.
Poner la tarta en la parte media del horno y hornear entre 50 minutos y una hora, hasta que esté dorada y la manzana se vea bien cocida, girándola a media cocción.
Sacar del horno y dejar enfriar.
Servir cortada en cuñas.
Comentarios
Publicar un comentario