Estas semanas de primavera estoy aprovechando para preparar muchas recetas con fresas, como estas galletas de fresas, con trocitos de fresas en la masa. No son las galletas más bonitas del mundo, pero son unas galletas perfectas para la merienda, abizcochadas y más bien blanditas.
Estas galletas de fresas surgen a partir de un error, o un pequeño fracaso en la cocina. En los países anglosajones hay un postre muy típico de la temporada de fresas, los Strawberry shortcakes, que yo denominé en su día en el blog como galletas de fresas con nata. Son unas pastas muy parecidas a los típicos scones británicos, rellenas de fresas y nata montada, fantásticas para esta época. Mi idea era hacer un scone de fresas a partir de esta receta, así ya no habría que rellenarlo, venía ya con las fresas incorporadas desde el principio.
Así que me dispuse muy ufana a preparar la masa de los strawberry shortcakes añadiendo los trocitos de fresas. Parecía una idea estupenda, pero no salió como yo esperaba. La masa era muy pegajosa y cualquier intento de cortarla y pasarla a una bandeja fue un fracaso rotundo. La masa original es de por sí bastante pegajosa, al añadirle las fresas sube la hidratación y ya no había forma de emplearla para hacer scones. ¿Solución? Como no había manera de dar forma a los scones opté por poner montoncitos de masa sobre la bandeja de horno y hornearla a ver qué salía. Aunque la masa estaba rebelde y no se dejaba formar seguía siendo una masa rica y estaba segura de que saldría algo para acompañar la merienda. Y no me equivoqué, porque las galletas no han quedado muy bonitas pero están buenas.
Son unas galletas más bien blandas, gorditas en el centro y ligeramente abizcochadas. Los trocitos de fresas del interior hace que se mantengan húmedas y tiernas.
Cuando se termine la temporada de fresas podemos hacer variaciones de esta misma receta empleando otras frutas. Las cerezas que ahora empiezan son una buena opción, partidas por la mitad y sin el hueso, o unos albaricoques partidos en trocitos.
- 12-15 galletas.
- 275 gramos de harina.
- 750 gramos de azúcar.
- 75 gramos de mantequilla.
- 120 ml. de leche.
- 1 huevo.
- 10 gramos de levadura de repostería.
- 1/4 de cucharadita de sal.
- 250 gramos de fresas.
Poner en un bol la harina, el azúcar, la sal y la levadura de repostería.
Remover bien para que se mezcle de manera uniforme.
Añadir la mantequilla cortada en trocitos.
Mezclar pellizcando con los dedos hasta que se mezcle toda la mantequilla con la harina, formando una especie de harina gruesa.
Lavar las fresas. Se lavan siempre sin retirar el pedúnculo para evitar que les entre agua y pierdan sabor.
Eliminar el pedúnculo y partirlas en trocitos pequeños.
Añadir las fresas troceadas al bol con la harina y remover para que se mezclen por igual.
En otro bol batir el huevo como para tortilla. Añadir la leche.
Añadir la mezcla de huevo y leche al primer bol.
Mezclar bien con ayuda de una cuchara hasta obtener una mezcla homogénea.
Se puede poner un rato en la nevera para que coja más consistencia y sea más fácil de manejar.
Colocar una hoja de papel antiadherente sobre una bandeja de horno.
Con ayuda de una cuchara depositar montones de masa sobre la bandeja. Yo he puesto aproximadamente una cucharada sopera muy colmada por galleta. Separar bien los montones entre sí porque se expandirán en el horno.
Aunque las galletas tienen forma redonda y aplanada haremos montoncitos más altos y de menos diámetro, luego se expandirán en el horno.
Precalentar el horno a 190 grados.
Colocar la bandeja con las galletas en la parte central del horno.
Hornear durante 30 minutos, el centro dará la sensación de estar todavía un poco blando.
Sacar la bandeja del horno.
Dejar enfriar totalmente sobre una rejilla.
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