Este pastel de calabacín y champiñones podría considerarse también una quiche sin masa. solo con relleno, o como una especie de tortilla cuajada al horno. Este tipo de pasteles o tartas salados de verduras son platos muy versátiles, sencillos y ricos, que permiten una gran cantidad de rellenos y variaciones. Son una opción estupenda para la comida o la cena y además tienen la ventaja de que están muy ricos calentitos, recién sacados del horno, y también del tiempo, por lo que son muy cómodos para dejar el plato preparado con antelación.
El relleno de este pastel de calabacín y champiñones está formado por calabacín y champiñones cortados en trocitos pequeños y salteados en la sartén. Para la mayoría de los pasteles salados de este tipo salteo las verduras en la sartén como paso inicial, por dos motivos: las verduras están más sabrosas de esta forma y además al pasar por la sartén pierden parte del agua que contienen, lo que evita que luego el pastel nos quede aguado.
Una vez salteadas se añaden a las verduras huevos batidos, un poco de leche para que quede más suave y queso rallado y se hornea. Cuando está casi cuajado me gusta repartir más queso por la superficie y conectar el gratinador unos minutos para que se funda bien y se dore, así se consigue una superficie doradita con una aspecto muy apetecible.
Para este pastel he usado mozarella, me gusta porque es suave, pero se puede emplear cualquier queso que os guste. Pongo la mitad del queso en la mezcla del pastel y la otra mitad lo reparto en la superficie antes de gratinar.
Me gusta preparar estos pasteles salados en una fuente de horno y servirlos en la misma fuente, sin desmoldar, pero puede prepararse perfectamente en otro tipo de molde y servirlo desmoldado. Necesitaremos un molde de algo más de un litro. Va bien un molde alargado o incluso uno redondo de 20 centímetros. Como la cara "bonita" del pastel es la superior, con el queso gratinado tostadito, si tenemos que volcarlo para sacarlo del molde habrá que darle la vuelta dos veces, primero lo volcamos sobre un plato auxiliar, quedará patas arriba, a continuación colocamos el plato del servir sobre el pastel y volvemos a girarlo, de modo que el gratinado quede en la parte superior.
La combinación de calabacín y champiñón me gusta porque de sabor suele agradar a todo el mundo y además son ingredientes que siempre tengo en casa, pero las combinaciones del relleno son infinitas. Si no tenéis en casa un comando anti-cebolla como yo, un poco de cebolla cortada en juliana y bien pochada antes de saltear las verduras siempre añade sabor, la zanahoria aporta una nota de color, el brócoli también queda bien, y ahora en primavera los espárragos verdes son una opción estupenda.
- 6 personas.
- Ingrediente 1
- Ingrediente 2.
- Un calabación grandecito (medio kilo más o menos).
- 250 gramos de champiñones.
- 3 huevos grandes.
- 150 ml. de leche.
- 125 gramos de queso mozarella (una bola). Se puede usar cualquier otro queso que funda bien.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Sal.
- Pimienta negra molida.
- Nuez moscada
Despuntar el calabacín.
Habitualmente no pelo el calabacín, una vez cocinada la piel queda blandita y con una textura muy agradable, además de que queda bonito con el contraste de colores. Por otro lado muchas de las vitaminas de las verduras están en la piel o justo debajo, manteniendo la piel nos aseguramos de no desperdiciar estas verduras.
Partir el calabacín en cuadritos o rodajas, medias rodajas, como se quiera, pero dejando trozos menudos. Como mi calabacín era grande lo he partido en 4 trozos a lo largo y luego en rodajas, en realidad cuartos de rodajas.
Retirar el extremo del pie de los champiñones, que suele tener tierra pegada. Lavar bien los champiñones sin dejarlos en remojo.
Cortar los champiñones en láminas finas.
Poner al fuego una sartén amplia con un chorro de aceite.
Añadir los champiñones y el calabacín troceados.
Poner un pellizco de sal y remover bien.
Bajar un poco el fuego y dejar que se haga la verdura, removiendo con frecuencia para que se cocine por igual. Al principio los champiñones soltarán bastante agua, que se reabsorberá y evaporará según avanza el salteado. Si vemos que sigue habiendo demasiado agua subir un poco el fuego. Necesitaremos entre 10 y 15 minutos.
Apartar del fuego y reservar.
Rallar el queso o trocearlo en trocitos pequeñitos.
Poner en otro bol los huevos y la leche.
Añadir sal, pimienta negra molida y nuez moscada al gusto.
Batir como para tortilla hasta que esté homogéneo.
Añadir las verduras, procurando escurrir un poco el aceite que quede en la sartán.
Incorporar la mitad del queso.
Remover bien para que se mezcle todo por igual.
Engrasar con un poco de aceite el molde que vayamos a usar para cocer el pastel.
He empleado una fuente de horno de 20x20 centímetros. Me gusta usar fuentes de horno porque así se puede servir directamente a la mesa, sin desmoldar, pero puede usarse también un molde alargado de bizcocho, necesitaremos que tenga algo más de un litro de capacidad.
Mientras se hace la verdura precalenar el horno a 185 grados.
Poner el molde o fuente con el pastel en la parte central del horno. Necesitará unos 40 minutos de cocción.
Cuando queden unos 10 minutos (a los 30 minutos) repartir por la superficie la mitad del queso que habíamos reservado.
Encender el gratinador los 5 últimos minutos para que se dore bien la superficie.
Sacar el molde del horno y dejar reposar 10 minutos.
Si se desea se puede desmoldar y pasar a un plato de servir.
Servir cortado en porciones.
Muy bueno tu pastel de calabacín y champiñones, me gusta.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.