Cada vez que veo amapolas en el campo o al borde de un camino me acuerdo de este bizcocho de limón y semillas de amapola. La pizpireta y colorida amapola guarda en su interior unas diminutas semillas como puntitos negros. Su sabor que recuerda a los frutos secos (tan chiquititas como parecen están cargadas de aceites) y su agradable toque crujiente hace que sean apreciadas en cocina y repostería. En repostería una de las combinaciones más clásicas y que funciona siempre es la que empareja semillas de amapola con limón, como en este bizcocho. El contraste entre el sabor un poco ácido y siempre fresco del limón y el crujiente de las diminutas semillas de amapola resulta irresistible.
El bizcocho de limón y semillas de amapola tiene un intenso sabor a limón. La receta emplea tanto ralladura de limón como una buena cantidad de zumo de limón. Es un bizcocho perfecto para lo que como yo somos amantes del limón. Si os gusta el limón pero preferís un toque más sutil se puede reducir un poco la cantidad de zumo, aumentando la leche que empleemos en la misma cantidad, para mantener constante la cantidad de líquido.
La receta emplea 125 ml. de zumo de limón. Se necesitan 2 o 3 limones, dependiendo del tamaño y la cantidad de zumo que tengan. Podemos ser un poco flexibles con la cantidad de zumo, compensándolo con la cantidad de leche que empleemos para mantener la hidratación del bizcocho. Por ejemplo, si con 2 limones tenemos 110 o 115 ml. de zumo no hace falta exprimir otro limón para conseguir la pequeña cantidad que nos falta, añadimos un poquito más de leche y ya está. Lo mismo sucede si tenemos un poco más de 125 ml. de zumo, en este caso compensaríamos reduciendo la leche en la misma cantidad. Lo importante es que entre el zumo y la leche sumen en total siempre 185 ml. de líquido.
Las semillas de amapola son de pequeño tamaño y color entre gris y negro. Su sabor es ligeramente dulzón y recuerda un poco al de otros frutos secos, aunque yo debo reconocer que cuando se añaden a las masas no acabo distinguiendo su sabor. Añadidas a bizcochos, panes o galletas aportan un moteado de puntitos negros que además de resultar vistoso aporta un toque crujiente muy rico. A mi me encanta encontrar esos pequeños puntitos crujientes entre la suavidad de la miga de un bizcocho.
En los bizcochos, panes o galletas que llevan tropezones me gusta que lleven una cantidad generosa, pero con las semillas de amapola hay que ser un poco cuidadosos. Minúsculas e inofensivas como parecen son capaces de absorber mucho líquido y si añadimos más de las que indica la receta corremos el peligro de que nos acabe quedando seco el bizcocho.
La mayoría de las recetas de este tipo de bizcochos lo cubren con un glaseado de limón. Yo no lo añado prácticamente nunca. La verdad es que el glaseado me gusta mucho, pero me parece que añade una elevada cantidad extra de azúcar que no es necesaria, el bizcocho está muy rico sin el glaseado. Si queréis poner el glaseado se prepara mezclando unos 125 gramos de azúcar glass con una o dos cucharadas de zumo de limón (también se puede poner un poco de ralladura, que además de sabor le dará un moteado vistoso) y mezclando bien hasta formar una pasta espesa y blanca con la que cubriremos el bizcocho.
- 8-10 personas (un molde alargado de 30 centímetros).
- 250 gramos de harina de todo uso.
- 175 gramos de azúcar.
- 3 huevos.
- 115 gramos de mantequilla a temperatura ambiente.
- 125 ml. de zumo de limón (el zumo de 2-3 limones).
- Ralladura de 2 limones.
- 60 ml. de leche.
- Una cucharada colmada de semillas de amapola.
- Medio sobre (unos 8 gramos) de levadura de repostería.
- Un pellizco de sal.
Sacar la mantequilla de la nevera con antelación para que esté blanda (pero no fundida) cuando comencemos a preparar el bizcocho.
Forrar un molde de bizcocho alargado de 30 centímetros de largo con papel antiadherente.
Poner en un bol la harina (si se puede es buena idea tamizarla), la levadura, un pellizco de sal y las semillas de amapola. Remover bien hasta que esté todo bien mezclado y las semillas de amapola se repartan de forma uniforme.
Poner en un bol la mantequilla, que deberá estar blandita, y el azúcar.
Batir bien con unas varillas, mejor si son eléctricas, hasta que que la mezclar esté muy cremosa.
Añadir los huevos uno a uno, batiendo bien hasta que esté completamente incorporado antes de añadir el siguiente. Los huevos es conveniente que estén a temperatura ambiente. Si están recién sacados de la nevera con el frío la crema de mantequilla se cortará, llenándose de grumitos de mantequilla solidificados por el frío. No es un problema irresoluble, pero nos obligará a seguir batiendo un buen rato hasta que la crema recupere su aspecto liso, si usamos los huevos a temperatura ambiente nos evitamos el problema.
Rallar la cáscara de dos limones, procurando coger solo la parte amarilla, ya que la blanca amarga.
Añadir la ralladura de los dos limones y batir un poco más para mezclarlo.
Exprimir los limones.
Como la cantidad de zumo de los limones varía ajustar la cantidad de leche de modo que entre el zumo y la leche sumen 185 ml.
Añadir la harina en 3 veces alternándola con el líquido (zumo de limón y leche): harina, mitad del zumo, harina, resto del zumo, harina y leche.
Después de añadir cada tercio mezclar bien con una lengua de cocina hasta que esté completamente integrado.
La masa tendrá este aspecto, salpicada de puntitos negros de las semillas de amapola.
Mientras se prepara la masa precalentar el horno a 185 grados.
Verter la masa en el molde que habíamos preparado.
Colocar el molde en la parte central del horno, sobre la rejilla.
El bizcocho necesitará entro 50 y 60 minutos. A los 50 minutos probamos insertando un palillo en la parte central. Si sale limpio el bizcocho está listo, en caso contrario lo dejamos unos minutos más y probamos de nuevo.
Sacar el molde del horno y colocarlo sobre una rejilla para que se enfríe.
Dejar reposar 10 minutos y sacarlo del molde. Dejar sobre la rejilla hasta que se enfríe completamente.
Servir cortado en rebanadas.
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