Estas galletas blanco y negro son muy populares en la red y su éxito es fácil de entender, ya que son muy sencillas de hacer y están riquísimas, sobre todo para los amantes del chocolate como yo. Un montoncito de chocolate crujiente en el exterior pero tierno y blandito por dentro, casi como bizcocho. Buenísimas. Las galletas se recubren con azúcar glass, que se agrieta en el horno, dejando ver líneas negras de chocolate entre el blanco del azúcar. De ahí el nombre de blanco y negro. En los blogs de habla inglesa además de blanco y negro (black and white) se denominan muchas veces Chocolate Crinkles que se podría traducir más o menos por arrugas de chocolate, en referencia al craquelado que se forma en la superficie.
Esta hornada sin embargo no ha quedado demasiado blanca en el exterior, la verdad. Estuvieron bastante rato esperando mientras se calentaba el horno y van absorbiendo el azúcar. Se nota el color más claro en la superficie que en las grietas pero no tan claro como debería. Mejor no dejar que esperen fuera del horno una vez que las cubramos de azúcar.
En la receta se emplea vainilla para dar sabor a las galletas. La vainilla puede sustituirse por otros aromatizantes que combinan bien con el chocolate, como la canela o la ralladura de naranja. También quedan muy bien con cardamomo, tan poco usada en nuestro país y tan habitual en la repostería en los países nórdicos.
La receta está sacada de dos de mis blogs favoritos: Las recetas de mamá y Joy of baking. La receta es prácticamente idéntica en ambos blogs, con la única diferencia de que Ana ha redondeado las cantidades un poco "raras" que quedan al pasar a gramos la medidas de los blogs americanos con sus cucharas, tazas y onzas.
- 56 gramos de mantequilla.
- 230 gramos de chocolate de cobertura. He usado Nestlé postres.
- 2 huevos.
- 100 gramos de azúcar.
- 2 cucharaditas de esencia de vainilla. No he puesto porque he empleado azúcar vainillado.
- 195 gramos de harina.
- 1/4 de cucharadita de sal.
- 1/2 cucharadita de levadura química (Royal).
- Azúcar glass.
Picar un poco el chocolate y ponerlo en un recipiente junto con la mantequilla troceada. Fundirlo en el microondas (al 50% de potencia) o al baño María, teniendo cuidado en los dos casos para que no se queme.
Poner los huevos y el azúcar en un bol y batir con las varillas (mejor eléctricas) hasta que esté espumoso y comience a blanquear.
Añadir el chocolate a la mezcla de huevos y azúcar y mezclar hasta que esté bien mezclado.
Poner en otro bol la harina tamizada, la sal, la levadura y la esencia de vainilla si se usa. Mezclar bien.
Añadir los ingredientes secos del segundo bol a la mezcla de chocolate y mezclar bien con una espátula o cuchara de madera hasta que esté bien mezclado.
Tapar el bol con papel de film y dejar reposar en la nevera durante al menos un par de horas, o mejor toda la noche.
Preparar dos bandejas de horno cubiertas con una hoja de papel antiadherente.
Poner el azúcar glass para rebozar las galletas en un bol o un plato hondo.
Con ayuda de una cuchara coger porciones de masa y formar bolitas de unos 2 centímetros haciéndolas rodar entre las palmas. Yo voy pesando la masa al cogerla para formar porciones de unos 15 gramos.
Salen algo más de 40 bolitas.
Pasar bien cada bolita por azúcar glass en abundancia de modo que quede completamente cubierta.
Colocar las bolas ordenadas en las dos bandejas, dejando unos 5 centímetros de separación entre ellas, ya que al hornear se van a aplanar, ensanchando hacia los lados.
Mientras se forman las galletas precalentar el horno a 170ºC.
Poner las bandejas en la parte central del horno y hornear durante 10 o 12 minutos. Al sacarlas del horno deberán estar todavía un poco blandas en la parte superior. La bandeja inferior puede que necesita un par de minutos extra después de retirar la de arriba. No dejarlas cocer hasta que la superficie esté completamente dura porque el interior no quedará tierno, que es parte de la gracia de esta galleta.
Dejar que se enfríen antes de comerlas.
Se conservan bien unos días en una caja hermética.
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