Ya estoy de vuelta después de estas largas vacaciones navideñas. Y para recuperarnos un poco después de tanta comilona y tanto dulce nada mejor que comenzar con un plato sencillito, que además es una de las recetas de mi madre que más me gustan desde que una cría: pollo guisado.
El pollo es un alimento muy versátil: es ligero, barato, está rico y admite multitud de preparaciones. ¿Qué más se puede pedir?
En esta receta se cocina en una salsa muy ligera a base de cebolla y una majada de ajo y perejil. Si tengo almendras a mano le añado un puñadito, pero está muy rico también sin ellas. Queda también muy rico si se añaden casi al final unos champiñones. Bueno, yo reconozco que me gustan mucho los champiñones, y en general todo tipo de setas, y las añado a la receta a poco que peguen.
Yo suelo cocinar un pollo entero, incluida la pechuga, que guiso deshuesada y partida en trozos más bien grandes. A mí la pechuga guisada me gusta, pero hay mucha gente a la que le parece que así queda un poco seca. Si ese es tu caso se puede hacer la receta perfectamente empleando sólo cuartos traseros, muslos, contramuslos o el despiece que más te guste.
Me parece una receta muy cómoda para cenar (aunque sea alguna ración que ha sobrado), por lo ligerita que es. Y como lleva salsa es una receta muy cómoda para llevar en el tupper, porque aguanta bien el recalentado en el micro.
- Un pollo partido en trozos. También pueden emplearse sólo cuartos traseros, muslos, pechuga, lo que más guste.
- 1 cebolla.
- 2 dientes de ajo.
- Una hoja de laurel.
- Perejil.
- Sal.
- Pimienta negra en gramo.
- Una puntita de pimentón.
- Aceite de oliva virgen extra.
- 250 gramos de champiñones (opcional).
- Media docena de almendras (opcional).
Poner al fuego una cazuela, mejor si es ancha y baja, con un chorro de aceite en el fondo. Cuando se caliente añadir los dientes de ajo y las almendras si se usan. Cuando estén fritos (no dejar que se tuesten lo ajos porque amargan) sacarlos de la sartén y pasarlos al mortero.
Salar los trozos de pollo.
En la misma cazuela poner los trozos de pollo y dejar que se doren por todos los lados. Sacarlos de la cazuela y reservarlos en un plato.
Mientras tanto picar la cebolla en cuadritos pequeños.
Una vez que saquemos el pollo de la cazuela añadir la cebolla. Bajar el fuego y dejar que se haga hasta que esté transparente, unos 10 minutos.
Mientras tanto añadir al mortero donde hemos puesto los ajos y las almendras el perejil picado y un poco de sal y majarlo todo.
Cuando la cebolla esté transparente añadir el pimentón a la cazuela, bajando el fuego antes para evitar que se queme. Dar una vueltas para que se haga y añadir agua.
Desleír el contenido del mortero con un poco de agua y añadirlo a la cazuela.
Añadir la hoja de laurel y unos granos de pimienta negra.
Cuando el caldo comience a hervir poner de nuevo el pollo en la cazuela. Inicialmente el agua debería cubrir justo el pollo. Añadir un poco más de agua si hace falta.
Cocer a fuego lento durante unos 45 minutos, vigilando que el agua no baje de la mitad del pollo. Añadir un poco más de agua cuando sea necesario. Dar la vuelta a los trozos de pollo a mitad de la cocción.
Si empleamos champiñones los añadimos a la cazuela a la media hora de cocción.
Limpiarlos bien y eliminar el final del tallo que suele tener tener tierra. Si son pequeñitos se pueden dejar enteros, pero si son grandes es mejor partirlos en cuartos.
Añadir los champiñones a la cazuela.
Servir los trozos de pollo acompañados de los champiñones y regados con la salsa.
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