Los bizcochos de soletilla son muy versátiles en repostería. Estos pequeños bizcochitos alargados son deliciosos por sí solos, o acompañando un café con leche o un chocolate cuando nos apetece algo más ligero que los tradicionales churros. Como absorben muy bien todo tipo de líquidos se usan con frecuencia como base para todo tipo de postres, como el tiramisú italiano, en el que empapados de café sirven de base para capas de crema de mascarpone.
Si en vez de darles forma alargada extendemos la masa sobre la bandeja del horno o en un molde de bizcocho tendremos una estupenda base para tartas que puede emplearse también para tartas enrolladas como el brazo de gitano.
Los bizcochos de soletilla son bastante similares a la genovesa que se utiliza frecuentemente para bases de tartas, aunque las soletillas no llevan nada de grasa en su elaboración. Son bizcochos que se elaboran sin levadura, logrando su esponjosidad a base de introducir mucho aire en la masa montando las claras y las yemas.
Su origen procede de unos bizcochitos italianos, el biscotto savoiardo o galleta saboyana, en plural savoiardi y son un tipo de bizcocho internacionalmente conocido. En francés una masa de bizcocho similar se denomina bizcochos de cuchara (Biscuits à la cuillère), mientras que en inglés son lady finger, literalmente dedos de dama.
Son muy fáciles de hacer en casa. Quedan muy ricos y esponjosos. Para hacerlos, después de mirar muchas recetas he seguido la que emplean en Velocidad Cuchara y en Webos Fritos y el resultado ha sido fantástico.
- 24 bizcochos.
- 3 huevos a temperatura ambiente.
- 90 gramos de harina de repostería.
- 75 gramos de azúcar.
- Un pellizco de sal.
- Azúcar glass para espolvorear.
Separar las claras de las yemas.
Añadir un pellizco de sal a las claras y montarlas a punto de nieve. Para que levanten bien es mejor que los huevos estén a temperatura ambiente. Una vez que estén bien subidas añadir aproximadamente una tercera parte del azúcar (unas 2 cucharadas soperas) y continuar batiendo hasta que estén bien duras.
En otro recipiente batir las yemas con el resto del azúcar hasta que espese.
Añadir un tercio de las claras montadas a las yemas y mezclar con suavidad empleando una espátula. Realizar movimientos envolventes de abajo hacia arriba para evitar que las claras se bajen, sin batir nunca.
Incorporar el resto de las claras y mezclar de la misma forma.
Tamizar la harina sobre la mezcla anterior y mezclar con cuidado, sin batir, para evitar que se bajen las claras. No trabajar demasiado la masa, sólo lo imprescindible para que se integre la harina.
Cubrir una bandeja de horno con papel antiadherente.
Poner la masa en una manga pastelera con una boquilla lisa un poco ancha. Una de 2 centímetros sería perfecta, pero se puede hacer bien con una un poco más estrecha.
Formar sobre la bandeja tiras de unos 8 centímetros de largo un poco separadas entre sí. Poner la boquilla en posición vertical, ya que nos ayudará a que la tira sea un poco más ancha, con la forma tradicional de la soletilla. Las mías estaban un poco separadas y he necesitado bandeja y media.
Para que nos sirva como guía a la hora de formar las soletillas podemos marcar en el papel bandas de 8 centímetros de largo separadas unos 3 o 4 centímetros. En mi bandeja caben 3 tiras. Dar la vuelta al papel de modo que la tinta quede en la parte de abajo para que no esté en contacto con la masa.
Espolvorear la superficie de los bizcochos con azúcar glass empleando un colador.
Dejar reposar 5 minutos.
Si se desea volver a espolvorear con azúcar glass justo antes de meterlos en el horno.
Mientras preparamos las soletillas precalentar el horno a 180 C.
Situar la bandeja en la parte media del horno y dejar que se hagan durante unos 12 minutos. Al finalizar el tiempo de cocción deberían estar todavía blandas al presionarlas, pero con la superficie seca, sin pegarse al dedo.
Si hemos empleado 2 bandejas las soletillas de la bandeja inferior probablemente no estén cocidos del todo en este tiempo. Retirar la bandeja superior y dejar que se hagan durante otro par de minutos.
En el horno las soletillas se pegan al papel. Despegarlas introduciendo una espátula lisa entre el bizcocho y el papel. Dejarlos enfriar sobre una rejilla.
Se conservan bien durante unos días en una caja hermética.
Acompañadas de un café con leche calentito en el que mojarlas son una excelente merienda.
Pensaba hacer próximamente las pastas de almendra de este blog, pero al ver ahora los bizcochos de soletilla me he puesto en duda porque son tan bonitos y se ven tan buenos que ya no sé que hacer. Estoy segura que cualquiera de las dos cosas será una buena opción.
ResponderEliminarUn saludo.
Ese dicema es fácil de solucionar haciendo las dos recetas. Las verdad es que las dos son recetas muy fáciles y con buen resultado.
EliminarMuy buena pinta, gracias por compartirla!
ResponderEliminarGracias a tí por comentar
EliminarJ'aime beaucoup.
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