Las torrijas son uno de los dulces más típicos de los días de Semana Santa que acabamos de dejar atrás. Siempre deliciosas y muy útiles para aprovechar restos de pan estas semanas pasadas inundan por igual blogs y escaparates de pastelerías.
Este año se me ha hecho un poco tarde para publicarlas, pero normalmente mi hermana y yo preparamos las torrijas el Jueves o Viernes Santo en casa de mis padre, por lo que no he podido subirla antes.
Nosotros preparamos la versión más clásica, en la que la torrija va empapada en leche, en este caso aromatizada con canela y cáscara de limón. Para servirla simplemente la espolvoreamos con azúcar y canela en polvo.
Para preparar las torrijas puede emplearse cualquier tipo de pan, no es necesario que sea un pan específico. Mejor si es del día anterior para que esté más asentado y no se deshaga mucho al empaparlo en la leche. Si las preparamos en mi pueblo uso una barra de pan normal. El pan que venden allí no tiene nada de especial, son barras de pan normales (como han sido las barras toda la vida), pero quedan unas torrijas estupendas.
- 6-8 personas.
- Una barra de pan, mejor si es del día anterior para que esté un poco asentada.
- Un litro de leche.
- La cáscara de un limón.
- Un palito de canela.
- 2 cucharadas de azúcar.
- 2 huevos.
- Aceite de oliva para freír las torrijas.
- Azúcar y canela molida (opcional) para espolvorear.
Ponemos en una cazuela al fuego la leche con la cáscara de limón y el palito de canela. Cuando comience a hervir la apartamos del fuego y retiramos las cáscaras de limón y el palo de canela. Añadimos las dos cucharadas de azúcar y removemos para que se disuelvan bien.
Dejamos templar un poco la leche antes de empapar las torrijas en ella, ya que si las mojamos en la leche muy caliente las torrijas se ablandan demasiado y es muy difícil manejarlas.
Mientras tanto partimos el pan en rebanadas de 1 cm. de grosor aproximadamente. Si queremos que queden más grandes se pueden cortar al bies, aunque hay que tener en cuenta que al empaparse en leche crecerán bastante. Yo suelo cortarlas normal.
Batimos los dos huevos como para tortilla en un plato.
Ponemos al fuego una sartén con abundante aceite para freír.
A continuación empapamos las rebanadas de pan en la leche tibia. Yo lo que hago es sumergirlas por tandas en la cazuela en la que he hervido la leche. Las dejo en la leche hasta que veo que están bien empapadas y empleo una espumadera para volverlas de modo que se empapen por todos los lados y sacarlas de la cazuela. Otra opción sería poner todas las rebanadas de pan en una fuente honda y verter con cuidado la leche por encima, dejándolas reposar unos minutos hasta que se empapen. Con cualquiera de los dos procedimientos cuando estén bien empapadas de leche las sacamos con cuidado para que no se rompan y las depositamos en el plato con el huevo batido. Las volvemos para que se rebocen de huevo por los dos lados. Desde el momento en que las empapamos de leche hay que manejarlas con cuidado porque se rompen muy fácilmente.
Freimos las torrijas por tandas en el aceite muy caliente, dándoles la vuelta para que se doren por los dos lados.
Cuando estén doradas las sacamos y las ponemos en un plato cubierto con papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
Posteriormente las pasamos a una fuente de servir, espolvoreándolas con azúcar y si se desea canela molida.
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