Aunque la preparación es casi idéntica y normalmente se usan los dos nombres indistintamente la cebolla confitada y la cebolla caramelizada son dos preparaciones distintas, aunque realmente las diferencias entre ellas son muy sutiles.
En cocina confitar significa cocinar un alimento con alguna grasa a baja temperatura y fuego lento (o en su propia grasa) hasta que está hecho.
Por su parte caramelizar implica la inclusión de azúcar, miel u otro edulcorante similar.
Por lo tanto la cebolla confitada sería la que se obtiene cocinándola con aceite o mantequilla a baja temperatura. Por las características de la cebolla esta preparación tiene ya un sabor ligeramente dulzón. Mientras que la cebolla caramelizada sería la que se obtiene añadiendo un poco de azúcar la preparación anterior para acentuar el sabor dulzón de la cebolla y darle un bonito tono dorado.
Como veis las dos preparaciones son muy similares y la elección de una u otra dependerá de si os gusta o no un toque más dulzón o de cuál creáis que combina mejor con un plato en concreto.
A mí personalmente me gusta un toque más dulzón y suelo hacerla siempre caramelizada.
La preparación es muy sencilla. Necesita un rato largo de cocción (sobre una hora), pero apenas requiere atención durante el proceso, porque como la temperatura es tan baja no hay peligro de que se queme.
Es aconsejable preparar gran cantidad, ya que al hacerla merma mucho. Por ejemplo, de un kilo de cebollas al final queda lo justo para llenar un tarro de mermelada.
- Un tarro mediano de mermelada (unos 300 gramos).
- 4 o 5 cebollas (más o menos un kilo una vez que las pelemos).
- 50 gramos de aceite o mantequilla.
- 1 cucharada de azúcar moreno si vas a caramelizarla.
Pela las cebollas y pícalas. A mí me gusta picarla en láminas finas, lo que se conoce como juliana o emincé. De esta forma en la preparación final aparecen hilos de cebolla. Si prefieres que no aparezcan hilos pícala en cuadritos muy pequeños. (brunoise o ciselé).
Ahora parece mucha cantidad, pero ya verás como merma al confitarla.
Pon el aceite o la mantequilla a calentar en una sartén y añade las cebollas. Da vueltas con una cuchara de madera para que toda la cebolla se impregne con la grasa.
Un vez que esté impregnada por igual baja el fuego al mínimo y deja que se hagan muy lentamente. Da unas vueltas de vez en cuando para que se haga todo por igual.
Unos 15 minutos después de ponerla al fuego el volumen de la cebolla de la sartén ya ha disminuido bastante.
Continúa removiendo de vez en cuando para que se haga por igual. Verás que cada vez se va reduciendo más y tomando un color más dorado. No debería tostarse. A los 45 minutos ya está casi hecha.
Necesitará una hora más o menos para hacerse del todo. Dependerá de la clase de cebollas, de lo tiernas que estén y el agua que tengan
En este momento tenemos cebolla confitada.
Si vas a hacer cebolla caramelizada añade el azúcar y remueve para distribuirlo uniformemente.
Deja que se haga unos 5 minutos más para que caramelice y de a la cebolla ese tono dorado.
Si no voy a usarla en el momento suelo meterla en tarros y guardarla en el frigorífico. Guarda en el tarro todo el jugo que haya en la sartén. Luego la voy sacando según la necesito.
El kilo de cebollas del que partimos ha mermado hasta quedar la cantidad que cabe en un tarro de mermelada.
pero cuanta cantidad de azucar le pones gracias
ResponderEliminarPerca, le pongo una cucharada sopera de azúcar.
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