El pollo al ajillo es un clásico de la cocina tradicional española. Uno de esos platos simples pero ricos que se preparan en casi todas las casas, con ingredientes sencillos y una preparación sin muchas complicaciones, pero que se repiten una y otra vez porque siempre están ricos y porque precisamente por su sencillez no cansan nunca.
Es una receta que me encanta tanto para comer en casa como para llevar en el tupper al trabajo, ya que al tener un poco de salsa se calienta muy bien en el microondas.
Para acompañar el pollo al ajillo nada mejor que una ensalada sencilla o unas patatas fritas. Y pan, bastante pan, porque es de esas recetas con las que siempre apetece untar pan.
- Un pollo.
- 8 - 10 dientes de ajos enteros.
- 125 ml. de aceite de oliva virgen extra.
- 200 ml. de vino blanco.
- Una hoja de laurel (opcional).
- Sal y pimienta negra molida.
- Perejil picado.
Al comprar el pollo pedir que nos lo troceen para hacer al ajillo. Nos lo partirán en piezas pequeñas que se fríen bien.
Si se desea retirar la piel de todas las piezas de pollo, salvo de las alas, para que el plato resulte menos graso.
Salpimentar los trozos de pollo.
Poner el aceite en una cazuela baja y amplia. Yo suelo emplear la rustidera de 26 cm., poniendo un dedo de aceite más o menos.
Añadir los ajos sin pelar y cocinar a fuego suave hasta que estén hechos para que den sabor al aceite pero sin tomar color ni quemarse.
Retirar los dientes de ajo y reservar.
Poner en la sartén los trozos de pollo y la hoja de laurel. Freir a fuego medio hasta que la carne esté bien cocinada, dándole vueltas de vez en cuando para que se hagan todos los trozos por igual. Necesitará entre 20 y 30 minutos.
Retirar parte del aceite de la cazuela para que no quede muy grasiento. Añadir el vino y los dientes de ajo fritos. Cocinar unos 5 minutos, hasta que se reduzca el vino, removiendo para que se impregne bien toda la carne.
Añadir un poco de perejil picado si se desea y servir.
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