Estas galletas italianas de ricotta tienen una textura abizcochada, esponjosa, casi como si fueran pequeños bizcochitos, y muy suave por la presencia de la ricotta (también pueden prepararse con requesón). Unido a su intenso sabor a limón son un bocado irresistible para acompañara el café. Muchas veces se presentan glaseadas y espolvoreadas de confeti de colores, pero a mí me encantan simplemente con un toque de azúcar glass.
He visto estas galletas siempre bajo el nombre de galletas italianas de ricotta, pero no tengo muy claro que sean realmente italianas, me da la sensación de que son más bien típicas de panadería americana y que es la presencia de la ricotta lo que hizo que alguien decidiera que eran italianas. Pero independientemente de su origen la verdad es que están muy ricas.
La ricotta es un derivado lácteo italiano, que se obtiene a partir de la fermentación del suero que queda al preparar otros quesos. Es similar a nuestro requesón y puede utilizarse indistintamente uno u otro en las mismas recetas. Tiene un sabor muy suave. Su uso en repostería produce texturas suaves y húmedas, pero ligeras, ya que tiene mucha menos grasa que la mayoría de los quesos.
La mayoría de las versiones que he visto de la receta cubren las galletas con glaseado (puede usarse una glasa real) y sprinkles de colores. Quedan muy monas pero quizá un poco pesadas para repetir habitualmente. Yo por otro lado confieso que huyo del glaseado siempre que puedo, nunca he conseguido que me quede bien y si puede evitarse no lo uso. Es curioso, en mi pueblo se preparan roscas de Pascua decoradas con glasa real y yo siempre busco el trozo con más glaseado, pero a la hora de prepararlo me da mucha pereza.
La masa de estas galletas es muy sencilla de preparar, es blandita y muy cómoda de trabajar. Únicamente deberemos tener la precaución de sacar la mantequilla de la nevera con antelación para que esté blanda y podamos batirla con facilidad.
Estas masas blanditas se hacen muy bien empleando un procesador de alimentos que tenga una cubeta un poco grande. Bastaría simplemente con ir añadiendo los ingredientes en el mismo orden que se indica en la receta.
Una vez preparada la masa es necesario dejarla reposar en la nevera para que la mantequilla se endurezca y la masa adquiera mayor consistencia. Necesitará al menos dos horas, aunque podemos dejarla toda la noche.
Para formar las galletas se hacen bolitas de unos 25 gramos de masa, es más o menos lo que cabe en una cuchara medidora con una capacidad de una cucharada. Incluso recién sacada de la nevera la masa sigue siendo bastante blanda y se forman con facilidad haciéndolas rodar entre las palmas.
En el horno las bolitas de masa se achatan y expanden pero seguirán siendo gorditas en el centro
Con las cantidades de la receta salen 30-32 galletas. Como se expanden durante el horneado hay que separarlas unos 5 centímetros para evitar que se peguen, por lo que necesitaremos dos bandejas.
Las galletas se hornean durante 15 minutos, hasta que comienzan a dorarse ligeramente en el borde, manteniendo un color pálido en la cúpula. No alarguéis el horneado hasta que se doren porque quedarán más duras y perderán esa textura blandita como de bizcocho tan rica.
Me gusta espolvorear las galletas con azúcar glass en cuanto se enfrian.
Se conservan en buen estado durante más de una semana en una caja hermética.
- 30 galletas.
- 240 gramos de harina.
- 5 gramos de levadura de repostería.
- 115 gramos de mantequilla.
- 175 gramos de azúcar (he usado azucar vainillado casero).
- La ralladura de un limón.
- 200 gramos de ricotta o requesón.
- Un huevo.
- Un pellizco de sal.
- Azúcar glass para decorar.
Sacar la mantequilla de la nevera con antelación para que esté blandita a la hora de usarla.
Poner en un bol la mantequilla y el azúcar.
Batir bien con unas varillas hasta obtener una mezcla cremosa y con una textura muy esponjosa.
Añadir el huevo. Recordad que siempre que añadimos huevo a una mezcla con mantequilla deberá estar a temperatura ambiente (a la misma temperatura que la mantequilla) para evitar que la mantequilla se corte con el frío.
Batir hasta que esté perfectamente integrado.
Añadir la ricotta o el requesón bien escurridos y continuar batiendo hasta que esté bien integrado. Una vez que añadimos el requesón la mezcla tendrá grumitos, es normal porque es la textura de este producto.
Añadir la ralladura del limón y mezclar bien.
Poner en otro bol la harina, la levadura de repostería y la sal.
Remover para que se mezclen de forma homogénea.
Añadir la harina al primer bol, preferiblemente a través de un tamiz.
Mezclar hasta que no quede harina suelta.
Tapar el bol y ponerlo en la nevera al menos dos horas, aunque se puede dejar perfectamente toda la noche.
Con esta cantidad de masa (hay uno 780 gramos de masa) salen unas 30-32 galletas de unos 25 gramos de masa.
Para hornearlas vamos a necesitar dos tandas.
Colocar sobre la encimera dos bandejas de horno cubiertas con papel antiadherente.
Hacer porciones de masa de una cucharada aproximadamente, unos 25 gramos. A mi me resulta muy cómodo coger porciones de masa con una cuchara medidora y pesarlas luego, pero simplemente con cogerlas con la cuchara quedan bastante igualitas.
Hacer una bolita con cada porción haciéndola rodar entre las palmas.
Colocar las bolitas de masa ordenadas sobre las dos bandejas, dejando unos 5 centímetros de espacio entre ellas, ya que se expandirán en el horno y si las ponemos muy juntas se pegarán.
Precalentar el horno a 180 grados mientras damos forma a la masa.
Como tardan poquito a hornearse yo horneo cada bandeja por separado, me resulta más cómodo controlar la cocción.
Colocar la primera bandeja en la parte central del horno.
Hornear durante 15 minutos, hasta que los bordes comiencen a dorarse ligeramente.
Sacar la bandeja del horno y colocarla sobre una rejilla para que se enfríe.
Hornear la segunda bandeja de la misma forma.
Cuando se enfríen completamente espolvorear con azúcar glass.
Comentarios
Publicar un comentario